La carta que el máximo dirigente de Creo, Guillermo Lasso, envió el jueves al presidente Rafael Correa, proponiéndole conformar una comisión para que la oposición participe en los diálogos comerciales con la Unión Europea, causó sorpresa por partida doble.
No solo porque Lasso cree que este tema, en particular, puede abrir un espacio inédito de colaboración entre el Gobierno y los opositores, enviando así un mensaje positivo a las autoridades europeas. Si, porque esta carta se envía en el inicio de una campaña electoral, en donde la oposición en su conjunto debe fortalecer sus resultados en las urnas si lo que busca es garantizar su contrapeso en el sistema democrático.
Ayer, el también excandidato presidencial Alberto Acosta puso a circular un correo electrónico con un análisis de Mateo Martínez sobre la iniciativa epistolar de Lasso. Para este académicos, que escribe en la página electrónica rebelión, las urgencias del líder de Creo obedecen a la “coquetería de Correa hacia los sectores de derecha” que, entre otros temas, ya “torpedeó la lucha por despenalizar el aborto en los casos de violación”.
¿Cómo mirar el acercamiento de Creo, movimiento al que el Presidente de la República reconoció como la principal fuerza de oposición, en pleno proceso electoral? La asambleísta por esa tienda, Mae Montaño, plantea hacer diferencias.
La primera tiene que ver con los tiempos en los que se produjo la carta, pues este lunes arrancan formalmente los diálogos con la UE. “Estas coyunturas van más allá del calendario electoral”.
La legisladora rescata también “la posición coherente” que tiene Creo en lo que llama la defensa de sus principios doctrinarios como la libertad económica y la creación de oportunidades. “Nuestro derecho como oposición es participar en las decisiones del país y si el Presidente no ha tendido sensibilidad ni equilibrio para impulsar el diálogo, lo vamos a impulsar nosotros. Aquí no cabe el cálculo electoral”.
Sin embargo, el politólogo Sebastián Mantilla tiene una lectura contraria. Cree que Lasso adoptó, aunque de forma tardía, la misma estrategia de Correa. Es decir, ser el líder de la oposición y salir de campaña con sus candidatos, tratando de recuperar el terreno de la discusión sobre lo público, como en este caso los diálogos con la UE.
Esta demora, para Mantilla, significa que Creo no trazó bien su agenda electoral y por eso se ve debilitado. Si Creo ha tenido esos problemas en tomar iniciativas, el panorama en los otros grupos es similar. De allí que no le sorprende que el PRE confiese apoyo discreto a los candidatos del Gobierno en Guayas, o que Mauricio Rodas se abstraiga del debate nacional en su lucha por la Alcaldía de Quito.
Siempre se ha dicho que en una elección local no necesariamente se debaten los temas nacionales. Pero este precepto está por ponerse a prueba con el protagonismo de Correa en la campaña. Así como Montaño reconoce que él impone la agenda política nacional, lo mismo puede suceder nivel local y allí es donde Mantilla plantea analizar cómo reacciona la oposición.