Entrevista a Alejandro Suárez. Embajador de Ecuador en Bogotá (2006-2007)
Ahora que se han normalizado las relaciones, ¿qué lecciones dejó al país el bombardeo de Angostura?
La lección más importante es que cuando se unen esfuerzos y capacidades para cooperar entre dos países en beneficio recíproco es posible siempre superar dificultades. Puesto en el plano positivo es una gran enseñanza.
¿Cree que la normalización de las relaciones es el resultado de una madurez política?No hablaría de proceso de madurez, no lo pondría en esos términos. Lo que tenemos que considerar son las circunstancias. El problema se dio entre los dos países, tuvimos una inaceptable incursión de fuerzas colombianas en nuestro territorio y eso suscitó una natural reacción del país y del Gobierno. Mientras que la impresión de ese hecho estuvo fresca, obviamente en el Ecuador tenía que darse una serie de reacciones que ocurrieron, porque fuimos la parte afectada, la parte ofendida.
¿Qué hizo que bajara el tono de confrontación?
Las circunstancias fueron cambiando. Hechos como la intervención amistosa de la OEA, de países amigos y la evaluación posterior de cuánto nos afectaba a los dos países la ruptura, hizo que los dos gobiernos consideren la necesidad de volver a la normalidad y de reconciliarnos. También ha contado la sensibilidad que ha demostrado el Gobierno de Colombia con respecto a planteamientos concretos de Ecuador, como la entrega de información. Esto finalmente fue decisivo en la normalización de las relaciones.
¿Hubo algún momento que marcó el giro de los lazos?
Yo creo que fue un proceso, no solo un momento.
¿La llegada de Juan Manuel Santos a la Presidencia de Colombia fue decisiva en el restablecimiento?Sí, yo creo que sí. Porque desde el principio el presidente Santos dio muestras de apertura, de mayor y mejor comprensión del tema; y, porque creo que pudo haberse dado un factor emocional con respecto al anterior Presidente de Colombia, en cuyo régimen se dio el ataque de Angostura.
Pero Santos fue el ministro de la Defensa que llevó a cabo el ataque de Angostura
Una cosa es ser Ministro y otra ser Mandatario. Yo creo que es bueno que Santos, como presidente, se ponga en una posición más abierta, más realista, con mejor perspectiva que cuando estuvo de Ministro. El Presidente está obligado a ver las cosas con una comprensión más amplia, más ponderada y eso es lo que ha ocurrido. Y no solamente con Ecuador, sino también con Venezuela.
¿Cree que Ecuador olvidará los hechos de Angostura?
Sí, la historia es un proceso evolutivo que no se detiene. Remitámonos al caso Ecuador-Perú, donde tuvimos 150 años de disputas. Tuvimos al menos dos enfrentamientos armados muy graves, tuvimos una historia sembrada de desentendimientos, de enfrentamientos, de ofensas. Pero luego de suscribir los acuerdos de paz de 1998, Ecuador se ha convertido en un esquema de cooperación ejemplar. Yo creo que se superarán las diferencias y se olvidará el bombardeo.
¿Cómo mira el trabajo que realizaron los organismos internacionales, en la mediación del conflicto?Creo que los sectores académicos, los organismos que se especializan en este tipo de mediaciones dieron un gran aporte porque contribuyeron a enriquecer el debate. Contribuyeron a ser más evidente la incidencia de muchos factores a parte de los simplemente políticos.
¿Como cuáles?
La necesidad de que se junten esfuerzos en favor de la solución de problemas comunes en el sector de frontera, por ejemplo. Y en esto quisiera referirme a la Comisión de Vecindad. Este organismo había trabajado mucho dentro de un esquema de cooperación de los dos países, tanto a nivel de Gobiernos como locales y sectores privados en la labor de la comisión de vecindad había muchas iniciativas en el seno de la comisión, que apuntaban justamente a beneficiar a los dos países.
¿Cree que ahora se podrá retomar el trabajo?
No nos olvidemos que la Comisión de Vecindad con Colombia fue la primera que se estableció. Creo que ahora la decisión de normalizar los lazos fue un acierto de los dos gobiernos, que permitió evaluar y ponderar adecuadamente la necesidad de continuar trabajando juntos. Los pueblos fronterizos, tan llenos de necesidades, no entienden de política, no les interesa, ellos trabajan y se desenvuelven en función de sus horizontes inmediatos. Hay pobreza, hay necesidad de infraestructura, de servicios.
¿Pero será fácil retomar el trabajo conjunto?
No va a ser difícil, pues los dos gobiernos han demostrado que tienen la voluntad política.