Entrevista Jorge Oviedo/ Socialista y catedrático de la Universidad Central
La dirigencia del Partido Socialista Frente Amplio (PS-FA) apoya al gobierno de Rafael Correa. Un sector está en contra, entre otros militantes históricos como Enrique Ayala Mora, Víctor Granda, Germán Rodas y Manuel Salgado. ¿Usted, de qué lado está?
Soy socialista desde los 17 años. Apoyé a Manuel Agustín Aguirre, quien en esa época era rector de la Universidad Central. Él fue el maestro y mentor de la Juventud Socialista Revolucionaria. Yo me fui a estudiar a Cuba y regresé al país en los ochenta.
¿Qué ocurrió entonces?
En los ochenta se celebraba el último congreso del Partido Socialista Revolucionario. Entonces se destacó Telmo Hidalgo, quien me indicó que era un momento histórico en el partido. Me dijo que nos habíamos convertido en un pequeño grupo que estaba desligado del contacto con las bases, que hacía falta que retomemos esa vocación. Para ello era necesario confiar la dirección a Víctor Granda.
¿Cómo les fue con él?
Al poco tiempo se dio la tesis de que el Partido Socialista Revolucionario debía encabezar la reunificación de la tendencia en Ecuador. Militantemente lo apoyamos. Pero había surgido una corriente electoralista, que daba más importancia a la participación en esos procesos, encabezada por Granda y otros socialistas como Enrique Ayala Mora, Germán Rodas y Manuel Salgado.
¿Hubo pugnas?
Allí se inició la pugna interna. Tratábamos de que comprendieran que el proyecto del socialismo revolucionario no debía morir. La reunificación se dio a partir de la tesis de que el partido podía reinscribirse en el registro electoral. Se creó la conciencia de que un instrumento legal era necesario. Los socialistas decíamos cómo vamos a funcionar, el partido es la expresión legal y el socialismo revolucionario qué.
¿Qué papel tuvo, según usted, Víctor Granda?
La tesis de Granda fue que los revolucionarios constituíamos un aparato dentro del partido. El cuento es largo, lo esencial es que fue creciendo al interior una corriente electoralista.
¿Y tuvieron suerte?
Claro. Se eligió a Edelberto Bonilla, luego se conformó un equipo de diputados, que fueron más de ocho. Pero al participar en la vida política del Estado descuidamos lo que para nosotros era más importante: la conformación de un instrumento ideológico organizado para asumir los retos de la política. Hoy es un partido amorfo, al mejor estilo de la tradición derechista en Ecuador, meramente electoral.
En este momento se habla de la división entre los históricos, con la corriente revolucionaria, y quienes dirigen al partido, como Rafael Quintero. ¿Usted dice que hay tres vertientes al menos en el partido?
Desde los noventa, esos dirigentes del partido apoyan a figuras como León Roldós, Frank Vargas Pazzos o Lucio Gutiérrez.
¿El apoyo al presidente Rafael Correa fue un error?
Se ha cometido el mismo error siempre. En la revolución Gloriosa, en 1944, se apoyó a Velasco Ibarra. La izquierda pudo poner a una figura como Aguirre.
¿Cuál ha sido el error?
Antes de las elecciones, Velasco Ibarra dijo que tenía el corazón a la izquierda. Pero entregó el Gobierno a la oligarquía guayaquileña. En el 2006, los dirigentes que tienen la obligación de vigilar que no se derrame la leche, no estuvieron lo suficientemente atentos para evitar el problema. La izquierda no se dio cuenta que la leche se derramó y por eso nunca ha sido poder.
HOJA DE VIDA
Jorge Oviedo
Su experiencia. Es editorialista de diario La Hora y miembro de Ñucanchi Socialismo.
Su punto de vista. La izquierda no se dio cuenta de que la leche se derramó.