Esta sí es una revolución. Alianza País, más precisamente Rafael Correa, ha logrado una revolución y ya puede decir que hay una. Es un maremoto político, pues es el mayor cambio de relaciones de las organizaciones políticas en la historia contemporánea.
El Ecuador se ha caracterizado por su fraccionamiento político con numerosos partidos y por no tener partidos fuertes. El mayor oscilaba entre 20 y 25% del electorado, seguido de uno de 20% o de 15% y de una serie de menos de 10%. El resultado actual será un partido completamente mayoritario y una muy endeble oposición, sin un partido de peso como contrincante de la nueva concentración del poder.
El voto de Correa ratifica que es una fuerza ahora nacional con gran peso, pues capta mas de 50% del electorado costeño en todas sus provincias y más del 40% del serrano en el promedio de sus provincias. Este es otro cambio sustantivo. Si Alianza País fuere un partido podríamos decir que Ecuador tiene un partido nacional, pero se trata de una organización de apoyo electoral a Correa o de movilización circunstancial. Es un desperdicio histórico cuando el Ecuador requiere de partidos sólidos y de ámbito nacional.
También se reducen las diferencias regionales en lo político. La Costa era de partidos populistas y de derecha, mientras la Sierra era del centro a la izquierda. En el Legislativo estas dos fuerzas empataban o se paralizaban. Ahora todas confluyen en Alianza País, aunque muy probablemente ahora siguen siendo lo que fueron pero integradas en una misma organización.
Los cambios en la aceptación de los partidos y la emergencia de nuevos es también la nueva señal de que Ecuador está inaugurando otro sistema de partidos. La caída de la izquierda de fuera de AP es acaso el símbolo más llamativo. Al parecer Correa la captó toda, pues Ruptura no la ha capitalizado y los nulos de descontento son pocos. En concreto Pachakutik y el MPD fueron los más afectados por la precampaña y la campaña de Correa para dividirlos y desprestigiarlos, pero sin duda responde a aspectos de más fondo. En concreto, Correa acaba de liberarse en lo partidario de la fuerza que podía significar una real oposición y contrapeso.
Junto con esta izquierda, los más afectados son el PSP y Noboa. Si asimilamos la votación de Zavala a la del PRE podríamos decir que quedó como una fuerza simbólica.
En contraste, cuatro nuevas fuerzas, desconocidas para la mayoría, Creo, Suma, Avanza y Ruptura, a pesar de su debilidad –salvo de Creo- se han “posicionado” para el futuro. Muy significativamente implican una renovación de las tendencias de derecha y de centro izquierda. Han jugado a disputarle a Correa el electorado joven y a encarnar alguna novedad en el ejercicio del poder.
Este momento se asemeja al que Ecuador vivió en 1978 al momento del regreso al régimen democrático y finalizar la dictadura militar.