En materia de reelección presidencial, Alianza País quiere replicar el modelo venezolano. Y dada la fuerza de sus votos en la Asamblea, el Ecuador optará por esa vía.
De poco servirá argumentar que una de las principales razones de la enorme crisis económica -pero sobre todo política- que afronta ese país se debe, entre otras causas, al deseo del chavismo por quedarse en el poder a toda costa.
Qué no hizo el difunto caudillo para mantenerse en la Presidencia. Echó mano de leyes habilitantes, ensayó dos consultas populares (la primera la perdió en el 2007) con tal de que el bolivarianismo terminara como el castrismo: gobernando por siempre, más allá de los resultados de su gestión y de la calidad de vida de sus ciudadanos.
Es cierto que Chávez siempre tuvo popularidad, pero ese no es un argumento suficiente cuando de equilibrio democrático se trata. Las consecuencias están a la vista. El primer mandato de Nicolás Maduro, que a la vez es el quinto del chavismo, hace aguas en medio de un marcado descontento social de, al menos, media Venezuela.
En Chile, Michelle Bachelet vuelve a gobernar. Lo hace cuatro años después, luego de que las instituciones democráticas dieran más peso a la alternancia que al personalismo de sus líderes.
El modelo chileno es similar al que tiene Perú, un país que pese al apoyo popular que recibía Alberto Fujimori en cada elección, vio cómo su estructura estatal terminó tan debilitada luego de sus mandatos sucesivos. Finalmente está el caso colombiano. Aunque con la habilidad propia de los políticos de nuestra América, Juan Manuel Santos intenta llegar a un segundo mandato, no ha descartado cambiar, en caso de ganar, la figura de la reelección. Su idea es más bien ampliar a seis años el mandato del Presidente desde el 2018 y punto final.
Antes de que Alianza País solo piense en su futuro como movimiento, puede ver todos estos ejemplos y más bien animar a que Correa dé paso a los relevos, como lo ofreció.