Nayón es por un día el territorio de la propaganda política del Gobierno.
Es jueves 30 de agosto y en esta parroquia nororiental de Quito, la Secretaría de Comunicación (Secom) despliega todo su arsenal logístico para la grabación del enlace 285, que se transmite este día.
El primer sorbo del mensaje oficial se siente horas antes de la llegada del Presidente, programada para las 15:30. Un parlante conectado a una camioneta gris machaca a todo volumen el jingle de las sabatinas, como una suerte de invitación: “Informe del Presidente, porque el derecho a la comunicación está consagrado constitucionalmente…”.
Mientras el vehículo pasea por las calles adoquinadas de Nayón, se aceleran los trabajos en el coliseo, para que luzca impecable a la hora del enlace.
Una veintena de técnicos del canal público afinan el circuito cerrado de televisión, tres técnicos de la Empresa Eléctrica Quito arreglan las luminarias y una cuadrilla de obreros pinta los graderíos del recinto.
Más de 500 sillas son ordenadas en la pista del coliseo, frente a la tarima presidencial de 20 metros cuadrados.
Al costado derecho de la tarima de Correa se instala la mesa central de controles, donde se sientan funcionarios de la Secom con camisetas tipo polo con logos del enlace. En el medio de esa mesa es hay una silla reservada para Fernando Alvarado, el responsable del acto mediático.
En la otra orilla de la plataforma siete sillas están ubicadas de forma vertical, que minutos más tarde son ocupadas por ministros y funcionarios invitados
La temperatura política sube hacia el mediodía. Miembros del Gobierno colocan en cada silla material propagandístico: revistas, adhesivos, banderas, volantes y hasta postales con mensajes oficiales. En los exteriores del coliseo se levanta una decena de estands, donde hay más material del mismo corte.
La empresa Correos del Ecuador regala globos, el Ministerio de Cultura, lápices y la Empresa Metropolitana de Agua Potable, vasos con agua.
De ahí que una persona que ingresa al coliseo puede recibir hasta 16 materiales con algún mensaje del Gobierno.
Cada uno de esos materiales son financiados con los presupuestos de los ministerios que publicitan sus proyectos.
Una parte de los asistentes llega temprano al coliseo. Sabe que dos horas antes del enlace hay un show musical con artistas de la zona. La conducción del programa está a cargo del Indio Manuel, personaje humorístico de los 80 y 90.
Después de cada canción pide a los asistentes que vitoreen al Gobierno, aunque la respuesta popular no es tan efusiva. El reloj avanza y la gente se amontona en el acceso principal del coliseo para pasar los filtros de seguridad. Dos agentes vestidos de civil revisan bolsas con detectores de metales y una policía hace lo mismo con las carteras de las mujeres.
Ni los funcionarios de Gobierno se salvan. Especialmente los menos conocidos, como el viceministro de Comercio Exterior, Francisco Rivadeneira, quien debe extender sus brazos para la revisión.
Un poco más tarde llega Carlos Marx Carrasco, director del Servicio de Rentas Internas. Apenas ingresa al coliseo se acomoda el nudo de la corbata, camina y saluda. No pierde tiempo: deja su maletín sobre su silla y saca documentos que lee con detenimiento.
La hora del enlace se aproxima. Las más de 500 sillas están casi llenas y quienes llegan tarde deben subir a los graderíos recién pintados.
Antes de que ingrese el Presidente, se reparten a toda velocidad decenas de banderas de plástico con los colores y el Escudo del Ecuador.
No hay tiempo para distribuir más banderas. Correa llega y camina protegido por un cordón de militares. Como si se tratase de una estrella de pop se acerca a la galería, saluda, besa a un niño, aprieta manos y no deja de sonreír.
En los parlantes retumba el mismo jingle de la camioneta: “Informe del Presidente, porque el derecho a la comunicación está consagrado constitucionalmente…”. Las banderitas patrias ondean y Correa sube a la tarima central.
A las 15:40 empieza su intervención lanzando piropos a Nayón y su gente. Recuerda que es ‘Jardín de Quito’ por sus flores y dice que se siente feliz de ser su “vecino”, pues su casa está cerca.
De inmediato empieza a relatar, día a día de la semana, cada una de sus actividades.
Por más de 30 minutos Correa hace una disquisición de su política comercial, a propósito de su cita con empresarios. Entonces comienza la ronda de intervenciones de sus ministros y funcionarios. Rivadeneira, el viceministro revisado por los policías, es el primero. Está de pie por varios minutos hasta que Correa se anime a cederle el uso de la palabra.
Los funcionarios siguen un guión: reafirmar el discurso de Correa. Y cuando deben explicar líos coyunturales de la administración pública, sus palabras están acompañadas de videos, que subrayan la obra oficial y fustiga a las voces críticas.
Los asistentes ya no lucen tan entusiasmados como al principio y varios se van. Pese a ello, las cámaras no tienen tiempo de captar sillas vacías: funcionarios invitan a quienes están en los graderíos a ocuparlas. El enlace termina luego de tres horas. Correa prefiere salir por la puerta posterior y en el piso del coliseo de Nayón queda parte de la propaganda oficial.
Un espacio que lleva 5 años
La sabatina comenzó el sábado 20 de enero del 2007. Fue concebida como un informe de labores a través de la conexión de radios populares. Mónica Chuji, entonces vocera de Carondelet, estuvo al frente de la primera.
El enlace evolucionó: de dos horas pasó a durar tres. En principio se realizaba en el Palacio de Carondelet, pero luego se trasladó a los sitios donde se organizaba los gabinetes itinerantes. Es transmitido por el canal público.
En el enlace grabado que se difunde hoy también hablan los ministros José Serrano (Interior), María Fernanda Espinosa (Patrimonio) y Gloria Vidal (Educación). También René Ramírez, titular de la Senescyt, sobre las becas.
Correa grabó su cadena porque ayer debía viajar a Europa. En el enlace volvió a criticar a los partidos por el escándalo de las firmas. Dijo que podría pedir licencia para liderar las protestas contra la supuesta falsificación de rúbricas.