Patiño recibió con una fiesta a los 70 nuevos diplomáticos

El canciller Ricardo Patiño interpretando una decena de canciones sobre un escenario montado en la Plaza del Teatro de Quito. Esa fue la postal que cerró la incorporación de los 70 nuevos miembros del servicio exterior, que se sometieron a un proceso de selección en el que no figuró una prueba de idioma extranjero.

Antes de que Patiño subiera a la tarima y dirigiese el baile en el que participaron asambleístas oficialistas como Pedro de la Cruz, Betty Carrillo y Linda Machuca, el acto de posesión se desarrolló en el contiguo Teatro Sucre.

Sin embargo, sus butacas y palcos resultaron insuficientes para recibir a decenas de personas que con invitación en mano no pudieron ingresar. El recinto estuvo tan colmado de gente que los representantes diplomáticos de Argentina, Canadá y México estuvieron a un tris de quedarse afuera.

Los tres tuvieron que abrirse vía entre el tumulto de invitados que se había formado en el acceso principal al teatro, donde personal de la Cancillería en apuros intentaba ayudarlos a ingresar.

Ya en el teatro, la ceremonia fue dirigida por el presidente Rafael Correa y Patiño. Luego de que se nombrase a los 70 por su nombre y apellido, fue el turno de los discursos del Presidente y Canciller. Sus palabras giraron alrededor de descalificar el funcionamiento de la que llamaron “antigua” diplomacia ecuatoriana.

Pronunciaron calificativos como vieja, elitista, anticuada y servil para describir la orientación que en el pasado tenían los miembros del servicio exterior, aunque dijeron que hay “excepciones”

Esa crítica fue empleada para comparar lo “viejo” con el proceso de selección de los nuevos terceros secretarios. Según Correa y Patiño, los 70 reflejan la diversidad e interculturalidad del país.

Su argumento es que de ese número 20 son indígenas, 11 afroecuatorianos, 10 montubios y 29 mestizos. Según el concurso, los participantes fueron calificados sobre 100, pero tenían 10 puntos adicionales los indígenas, afroecuatorianos y montubios.

Luego de las intervenciones fue la hora del coctel diplomático y de la fiesta. Debajo de una carpa que cubría casi toda la Plaza del Teatro meseros con corbatín y chaleco servían bocaditos. En el escenario grupos de marimba y música andina tocaban. Hasta que llegó un trío. En ese momento un sonriente canciller Patiño subió a la tarima, e interpretó casi una decena de canciones.

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