Las organizaciones políticas nacionales apuestan en las elecciones del 23 de febrero a tejer alianzas con grupos locales, así como a auspiciar a ‘caciques’ que han transitado por varias banderas políticas.
Esta estrategia tiene una doble explicación. Una, la necesidad del oficialismo y de los movimientos nacionales sin problemas de subsistencia a expandir su control en los gobiernos seccionales. Otra, la obligación de un segmento de agrupaciones de alcanzar las cifras mínimas fijadas por el Código de la Democracia para mantener su vida jurídica.
En este escenario, el electorado encontrará en la papeleta figuras políticas que llevan varios períodos en sus cargos, aunque no siempre con el auspicio del mismo partido. Uno de ellos el exroldosista Montgomery Sánchez, quien buscará su quinta reelección como prefecto de El Oro y es candidato por la unidad entre el Movimiento Autonómico Regional y Alianza País.
El mapa nacional de candidaturas refleja que todas las tiendas políticas nacionales echaron mano a las alianzas.
Al cerrarse el proceso de inscripción de candidaturas, el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Domingo Paredes, dijo que los 117 movimientos de carácter provincial, cantonal y parroquial terminaron por adherirse a alguna de las 11 fuerzas nacionales.
La única excepción fue Ruptura de los 25, que no presentó candidaturas a los comicios.
De hecho, al examinar la nómina de postulantes se observa que un grupo de figuras políticas regionales o de autoridades locales en funciones optó por adherirse al oficialismo.
Precisamente, Alianza País (AP) es la que más ventaja ha obtenido de estas adhesiones y alianzas. Según Miguel Carvajal, asambleísta y parte de la Dirección Nacional, a nadie debería asombrarle “la apertura” a las relaciones electorales con otros movimientos. Y pone el ejemplo de los comicios del 17 de febrero del 2013, cuando varios legisladores fueron fruto de unidades, como Mariana Albán (AP-Unidad Primero) o Édgar Córdova (AP-MAR).
Esta misma lógica se aplicará en los comicios seccionales. A. País estableció relaciones y acuerdos con algunos candidatos que aspiran a la reelección en provincias como Azuay, Bolívar, Santa Elena Manabí, El Oro, Imbabura, Tungurahua…
Aunque pareciera contradictorio, la configuración histórica del movimiento oficialista aún es débil. “Es una organización que está en una fase de expansión y necesita consolidar su organicidad”, señala el analista Julio Echeverría.
Su explicación añade que los cuadros principales de Alianza País que participaron en las legislativas del 2013 giraron alrededor de la figura presidencial. Por eso -agrega- se ven abocados a pactar con líderes locales con fuerza y convocatoria electoral en sus localidades.
En ese panorama, el oficialismo tiene que recurrir al pragmatismo, a las afinidades electivas con figuras que provienen de los partidos tradicionales, a los cuales el Gobierno ha encasillado como ‘partidocracia’.
Si se analiza a los candidatos de la lista 35, la mayoría de ellos tuvo un pasado político vinculado con los denominados partidos de la vieja guardia.
Este pragmatismo también quedó en evidencia en agosto pasado, cuando el presidente Rafael Correa sostuvo que no veía inconvenientes en respaldar a prefectos y alcaldes con una buena gestión. A su vez, criticó a los militantes de su movimientos que se quejaron por los diálogos electorales que se adelantaron con cuadros de otras agrupaciones.
En el actual escenario preelectoral, desde el oficialismo no hay conflicto ideológico si se llega a acuerdos con miembros de Pachakutik, del Partido Socialista-Frente Amplio, o con antiguos representantes del Partido Roldosista Ecuatoriano o del Partido Social Cristiano, cuyo referente histórico es León Febres Cordero.
“No negamos la militancia de mucha gente en otros partidos. El problema sería si tuvieran alguna actitud política inaceptable para Alianza País, como el tener políticas entreguistas, y eso no ha ocurrido”, explica Miguel Carvajal.
Muchas de estas candidaturas generaron diferencias al interior del oficialismo. Como el caso de la postulación de Jimmy Jairala, para la Prefectura del Guayas, que trajo consigo la salida de Pierina Correa, hermana del Presidente.