El presidente Rafael Correa llevó hasta la cumbre inaugural de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), ayer en Caracas (Venezuela), su repudio a los medios de comunicación privados ecuatorianos. Los llamó poderes fácticos que responden a intereses económicos y cuyo trabajo se basa en la mentira.
La intervención del Presidente, que fue una de las últimas durante la sesión de trabajo dirigida por el anfitrión Hugo Chávez. También estuvo enfocada a cuestionar severamente el papel del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, que forma parte de la Organización de Estados Americanos (OEA), por “la influencia del poder estadounidense y de las miradas anglosajonas”.
Correa relacionó de manera directa sus críticas a la prensa independiente en el país, con lo que para él es el cuestionable papel que ha cumplido la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Es decir, el foro de la Celac se constituyó en el escenario desde donde el Mandatario avivó nuevamente la polémica surgida en Washington, el 25 de octubre, cuando en audiencia ante la CIDH, la organización Fundamedios, la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos y representantes de los medios privados de comunicación hicieron pública su preocupación sobre el estado de la libertad de expresión en el Ecuador.
Correa redujo ayer esa alerta a un concepto: libertad de expresión no es lo mismo que libertad de prensa que, a su juicio, manejan los medios privados en varias naciones latinoamericanas, donde ahora hay verdaderos gobiernos democráticos.
Los presidentes y cancilleres miraron dos videos, narrados por el locutor Douglas Argüello, donde el Presidente mostró la listas de agresiones que, en su opinión, él recibe de la prensa privada. Obviamente, Correa no habló de sus insultos ni de la forma en la que cuestiona a la prensa en sus enlaces sabatinos.
Finalmente insistió en que la Celac pudiera ser el espacio desde donde se geste un verdadero sistema interamericano, que no dependa de la agenda de un país como Estados Unidos.
Su planteamiento, sin embargo, no encontró eco en todos los países. Para los gobiernos del eje del socialismo del siglo XXI, encabezados por Ecuador, Nicaragua, Venezuela y Argentina, el nuevo foro tendrá como propósito combatir la pobreza, impulsar el desarrollo económico, fortalecer la integración y avanzar en la solución de los conflictos en la región. Su interés es que la Celac reemplace a la OEA como organismo mediador y vigilante de las democracias.
Brasil, la gran potencia sudamericana, y Colombia, el principal aliado de EE.UU. en la región no lo compartieron. “Esta integración no puede ser contra nadie, esta es una integración a favor nuestro. No es contra la OEA o contra la cumbre iberoamericana, es a favor de América Latina y el Caribe”, aseguró el presidente Juan Manuel Santos.
Antonio José Simoes, subsecretario de Brasil para Asuntos de América del Sur y el Caribe, dijo: “La Celac no juega en contra de la OEA, nuestra preocupación es trabajar por la región”.
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, dijo que espera que la Celac “enriquezca” el diálogo regional, y saludó la constitución del ente.
Si bien en Caracas se dieron cita la mayoría de presidentes de los 33 países de la región, no estuvieron Ollanta Humala (Perú) ni Sebastián Piñera (Chile), que igual que Brasil, Colombia y México prefieren una Celac enfocada en una agenda menos radical y, por lo tanto, poco dispuesta a jubilar a la OEA.
Actas de formación
El foro tendrá una ‘Declaración de Caracas’, por medio de la cual se concreta el nacimiento de la Celac, el plan de trabajo para 2012, el documento de funcionamiento y procedimientos.
También se firmarán 18 comunicados y la cláusula democrática que integrará los estatutos de la Celac. Estos textos deben ser aprobados hoy por los 33 jefes de Estado.
Uno de los puntos todavía por definir es el mecanismo de toma de decisiones. Originalmente se propuso que las decisiones se tomaran por consenso, pero Ecuador sugirió que, en caso de no tener unanimidad, sea mayoría cualificada.