La zona de El Maresme l Fòrum, en el este de la ciudad de Barcelona en España, recibió a más de 10 000 votantes ecuatorianos empadronados en ese recinto europeo, según datos del grupo Mossos d’esquadra de vigilantes españoles que ayudaron en la organización de los votantes.
Los sufragios se realizaron en el interior del centro de convenciones internacionales de Barcelona. Un parque, con árboles sin hojas, clásicos en el invierno, daban la bienvenida a los ecuatorianos que iban a ejercer su derecho a elegir a los nuevos gobernantes del país tricolor.
Una bandera ecuatoriana colgaba en medio de la plaza. Parecía acompañar a los miles de ecuatorianos que esperaron más de una hora y media en las filas que los llevaban a sufragar hasta las 17:00, hora española y 11:00 hora ecuatoriana.
Parecían preparados para el frío de la espera. Los abrigos largos, las botas y los sombreros de lana fueron las prendas elegidas por la mayoría de ecuatorianos. Mientras se reunían en las largas filas, comentarios a favor de ciertos candidatos parecían llevaban a discusiones políticas entre compatriotas.
Carla Díaz es ecuatoriana. Vive 18 años en Barcelona. Ya está acostumbrada al frío invierno y a las largas filas. Ha pasado más de seis procesos electorales del Ecuador pero piensa que este “es uno a los que más gente ha asistido porque necesitamos la papeleta de votación para poder regresar a Ecuador”.
Ella aún conserva su acento costeño. Es de origen manaba. Su voz es más alta que la de los serranos Erika Granda y Tomás Alarcón, vecinos de fila de Díaz. Los tres comparten un sentimiento común, explican que la crisis española los ha dejado sin trabajo y que prefieren regresar a sus ciudades de origen, a pesar de los 11 años que llevan este continente.
Entre los adultos no se escuchaba un cambio de acento. Sin embargo, los niños ya pronunciaban la Z de forma diferente. Además, la palabra ‘Vale’ ya es parte de su vocablo común. Son hijos de ecuatorianos que se han criado en la ciudad costera del país europeo.
Pero esos niños reconocieron una pequeña bandera que se paseaba en las manos de Alarcón. La tricolor ecuatoriana llamó la atención de los votantes de adelante y de atrás del ecuatoriano.
La bandera flameaba mientras 10 personas se tomaron fotografías sosteniéndola. Y aunque muchos llevan más de cinco años en España, el sentimiento de añoranza del país amazónico es común.