Un monigote de 1,5 metros de alto por 2 de ancho, en forma de vaca con su cría, es uno de los símbolos más representativos de la movilización, que salió desde El Pangui, en Zamora, el jueves.
Los marchantes la llaman “Vaquita por la vida”. Su estructura es de hierro y está recubierta con cartón prensado flexible. A los costados tiene aberturas como una alcancía para depositar las contribuciones económicas. Fue elaborada y donada por un artesano de Zamora.
El monigote encabeza la Marcha Plurinacional por el Agua, la Vida y la Dignidad de los Pueblos en los centros poblados.
Entre la ruta Loja-Saraguro, en las vaquitas se recolectaron USD 1 580, según los organizadores. Ese dinero se invierte en la compra de alimentos, medicamentos y combustible para más de 30 vehículos que trasladan a los caminantes. También reciben donaciones de alimentos no perecibles, que guardan en un camión.
La indígena Rosita Guaillas, entusiasmada, donó un dólar. “Es poco pero sé que otras personas se sumarán y contribuirán, es para conseguir mejores condiciones de vida para todos”.
Un profesor del cantón, que pidió mantener en reserva su nombre, entregó personalmente a Quishpe un saco de arveja tierna. “No puedo acompañarlo Prefecto, pero este es mi granito de arena. Siga adelante, los saraguros lo respaldamos”, le dijo.
Ángel Morocho, con un megáfono en la mano, camina junto a la Vaquita por la vida. Él vocea y pide ayuda económica de los pobladores. Según cuenta, la idea de elaborar una vaca y llevarla en el trayecto surgió de la Comisión Política, integrada por los líderes de las organizaciones.
El chileno Diego Rivera coincidió con la movilización en El Pangui, y decidió unirse a ella al escuchar a Morocho convocando a la ciudadanía a colaborar y al observar la reacción de la gente solidaria. Estaba de paseo por Ecuador y decidió ser uno más de los marchantes. “No se trata de ser ecuatoriano o chileno. Lo importante es defender la tierra y proteger la vida”.
Tras recorrer 16 cuadras de las calles de la ciudad de Saraguro, en Loja, a las 12:00 de ayer, más de 150 personas se embarcaron en varios vehículos con destino a Oña, cantón de Azuay.
Algunos de los participantes planeaban llegar hasta allá para volver a servirse otro bocado. Esto porque en la mañana desayunaron arroz, majado de plátano, queso y un vaso de chocolate caliente. Todos los ingredientes, excepto la leche, fueron donados.
Rodrigo Aucay, de la Comisión de Alimentación, dijo que hasta el gas les regalaron. “Compré la leche porque no podía ir hasta una finca, en donde ofrecieron donarnos 30 litros”, dijo y anticipó que ajustarían los detalles logísticos en reuniones entre dirigentes pues aún no completan ni el 15% de la travesía.
En el cantón Oña hubo varios aportes personales
Azuay
Paúl Carrasco y Salvador Quishpe, prefectos de Azuay y Zamora, respectivamente, se encontraron, a las 11:00, en el cantón de Saraguro. Ambos actores políticos apoyan la movilización indígena que busca revertir la actividad minera, que “acaba con el agua y la naturaleza”, aseguran ambos.
Después del encuentro, esta marcha continuó su curso y llegó a las 13:00 al cantón Oña (Azuay), donde fueron recibidos entre aplausos y donaciones a la ‘vaca’ (Vaquita por la vida).
“Esto no es pagado, es pueblo organizado”, cantaba la multitud que sumaba unas 150 personas, que viajaba en 40 vehículos propios. Carlos Medina tiene un carro modelo Vitara, ha recorrido desde El Pangui y ha gastado cerca 30 galones de gasolina.
El financiamiento viene de la ‘vaca’ y también de su propio bolsillo. “No importa el dinero, lo que vale es que estamos perdiendo el miedo y es el momento de ser escuchados. Por eso llegaremos a Quito el 22”.
Quishpe no ha cuantificado el costo económico de la marcha, pero asegura que el pueblo está con él y recibirán ayuda. Las personas piden unirse a la movilización y prestan sus casas para hospedar a los integrantes. “Esto rebasa una intención política. Es por un mejor vivir”.
El Prefecto sabe que su mayor activo son las relaciones que ha construido. Por ejemplo en Oña, su ex alcaldesa, Germania Ullauri, recibió a la multitud en la Escuela Esther Ullauri, en el centro de esa localidad.
Además de actores políticos, personas comunes se mueven entre la marcha. Rómulo González se dedica a la construcción en Loja y ausentarse más de 12 días de su casa afecta a sus ingresos, con los que mantiene a su esposa y a sus dos hijos. Pero decidieron hacer el esfuerzo para ser escuchados por el presidente Rafael Correa. “Serán días duros para mi familia, pero serán peores para el Ecuador si los proyectos mineros entran a funcionar”. Redacción Cuenca