Una espesa nube de gas lacrimógeno se extendió por la calle Piedrahíta. Indígenas y campesinos afrodescendientes corrían con desenfreno por la avenida 6 de Diciembre, frente al Palacio de Justicia. Ellos trataban de huir de las bombas que lanzaban los policías desde los exteriores de la Asamblea, en donde se debatía el informe de la Ley de Aguas.
De repente, solo se escucharon tres disparos y un hombre gritó: “están dando bala”. El escenario se volvió caótico cuando un hombre resultó herido en la pierna derecha. El Ministerio de Gobierno confirmó el hecho, alegando que se usó un proyectil de goma.
Todos miraban estupefactos cómo Wilson Collaguazo era atendido por un periodista de uno de los canales incautados. Él llamó al 911 para que enviaran una ambulancia y luego hizo un torniquete en la pierna, para frenar la hemorragia. Todos se agolparon en los alrededores, mientras gritaban a los policías: “asesinos”.
Este escenario calmó por unas horas a los manifestantes que trataban de ingresar por la fuerza al edificio de la Asamblea.
Cerca de las 10:30, los indígenas y campesinos que se reunieron en el parque El Arbolito iniciaron una marcha pacífica. Delfín Tenesaca, presidente de Ecuarunari, aseguró que todas las organizaciones indígenas están unidas en contra de los “terratenientes, que tratan de gobernar el derecho de la gente al agua”. Por ello, aseguraron que permanecerán vigilantes hasta que se escuchen sus propuestas.
Luis Andrango, presidente de la Fenocin, aclaró que este tema ha sido el inicio de una etapa de consensos entre las organizaciones sociales, y reclamó a la Policía por haber impedido el paso a los buses que venían con manifestantes desde Imbabura, Cotopaxi, Tungurahua y Chimborazo.
Uno de estos cercos fue instalado en el sector El Chasqui, cerca del límite provincial entre Cotopaxi y Pichincha. El dirigente Antonio Llumitaxi contó que los uniformados exigieron a los choferes presentar un salvoconducto.
Esto molestó a los indígenas, quienes cerraron con piedras la vía Latacunga-Quito por dos horas. “Usaron bombas lacrimógenas y enviaron a militares para dispersarnos”, dijo Llumitaxi.
Un escenario similar se repitió en el punto donde la av. 12 de Octubre se convierte en la Gran Colombia. Desde el puente donde cambia de nombre esta arteria, un grupo de policías lanzaba bombas lacrimógenas. Eso encendió los ánimos y empezaron los enfrentamientos.
Un policía, el capitán Díaz, fue retenido por los campesinos. Ellos negociaban su liberación a cambio de que les permitieran a sus dirigentes ingresar al Pleno de la Asamblea para escuchar el segundo debate de la Ley de Aguas.
Cuando los uniformados accedieron, el gendarme fue liberado. Tenesaca y Andrango, junto con Marlon Santi, titular de la Conaie; Manuel Chugchilán, de la Feine; y el asambleísta Marco Morillo; entraron al debate.
Mientras tanto, sus bases se dirigieron hacia la av. 10 de Agosto, frente a la caja del IESS. Desde allí emprendieron una nueva movilización, liderada por Luis Contento, vicepresidente de Ecuarunari.
Mientras el debate seguía, grupos afrodescendientes, que llegaron desde Esmeraldas, intentaron romper la recia vigilancia tumbando las rejas de seguridad. Los manifestantes lanzaron piedras y los policías respondieron.
Una mujer indígena gritaba desesperada, sin resultado, para que parara la reprimenda policial.
Los dirigentes indígenas salieron del Legislativo sin un panorama claro: el tratamiento del proyecto se suspendió indefinidamente. Por ello se replegaron hacia parque El Arbolito. A las 16:00, prepararon una nueva marcha. Las bases esperaban saber cuál será el próximo paso en esta nueva batalla.
Ayer la Policía Nacional, a través de un comunicado, aseguró que está actuando con “prudencia”.
“No podemos ser objeto de agresiones , teniendo la responsabilidad de salvaguardar los bienes del Estado…”, dijo ayer el Director General de Operaciones, de esta entidad, Jaime Vaca.