Los seguidores de Julián Assange y los oficiales británicos ya no están conglomerados fuera de la Embajada Ecuatoriana como pasó desde su llegada en Junio.
Tan solo tres policías permanecen en los alrededores de la embajada. Uno en las escaleras de la entrada, el segundo vigila el techo en caso de huida aérea y el último permanece fuera del cuarto en el que Assange duerme.
El “hacker” almuerza con los diplomáticos ecuatorianos. Comparten un cebiche ecuatoriano. Además, Assange también está utilizando camisas bordadas estilo Rafael Correa, publica hoy el diario Daily Mail.
Su improvisada habitación es pequeña, con espacio justo para un colchón y baño compartido. “Es como estar en una estación espacial”, aseguró a Assange en una entrevista con el medio inglés.
Los primeros días en la Embajada, tuvo que acomodarse a una nueva vida. Ahora, trabaja 17 horas al día con múltiples móviles y computadores y descansa difícilmente por el ruido de los guaridas en el exterior.
En sus momentos libres lee un diccionario de español, ve películas en su computadora personal y hace deporte con su entrenador pasando un día.
Para compensar la falta de luz solar invirtió en una lámpara que simula rayos UV y toma vitamina D.
Confiesa que extraña muchas cosas como salir a comer con amigos o escalar una montaña, pero más que nada extraña a su familia. Se sabe que Assange tiene 2 hijos, un niño y una niña, pero él no habla de ellos por motivos de seguridad.
Después de 100 días en la Embajada, Assange dice que su “salud se está deteriorando lentamente”.
Assange espera poder llegar al país. “Desde Ecuador, mi equipo y yo podríamos viajar de manera segura a varios países amigables”, expresó.