El analista político Julio Echeverría cree que el modelo de País “es de extremada concentración”.
En estas horas se han presentado marchas a favor y en contra del Gobierno en el país. Pero las dos partes dicen ser de izquierda. ¿Qué pasó con este sector?
La orientación fundamental que caracteriza a las marchas de impugnación al gobierno y que impulsan los movimientos sociales y la izquierda desafecta con el régimen están motivadas fundamentalmente por el inicio de la explotación minera. Pero por supuesto están también motivadas políticamente en la oposición al gobierno de Alianza País.
¿La movilización se reduce a ese aspecto?
Otros puntos a rechazar son la excesiva concentración del poder en la figura del presidente (Rafael Correa) y la anulación de derechos fundamentales como son los relacionados a la libre expresión.
¿Se puede hablar de una izquierda partida en dos?
La izquierda siempre ha estado fragmentada. No existe una experiencia de unidad que sea significativa. Desde sus orígenes presenta líneas fuertes de fragmentación. Tal vez la expresión más cercana a un proceso de unidad fue la del FADI, en los años ochenta.
¿Qué pasó con ese sector de la izquierda cuando Rafael Correa llegó al poder?
Justamente para romper con esa fragmentación se apuntó a una figura externa a su tradición política. Es esa debilidad inicial de carácter programático la que ahora se fragmenta, justamente por el excesivo protagonismo de esta figura extraña a la tradición de la izquierda tradicional. Los sectores desafectos apuntan a una modificación al modelo de desarrollo, que sea coherente con la inspiración inicial y que el Gobierno no ha logrado consolidar.
Quienes ahora están en el poder, antes marchaban y protestaban ¿Por qué ahora se oponen a esas acciones?
Creo que el modelo político de Alianza País es de extremada concentración y excluye la expresión autónoma de los movimientos sociales. Lo que se viene evidenciado es la persecución a cualquier expresión de autonomía de movimiento social.
En este debate ¿dónde quedan los indígenas?
Este movimiento siempre apuntó a una línea de la autonomía y de autogobierno, que es una línea de democratización radical de la expresión social. Eso implicaba un crecimiento en el empoderamiento social y colectivo. Es esa la línea que en este momento sale afectada, porque las reivindicaciones fueron adoptadas por el Estado bajo la figura del hiperpresidencialismo.
¿A qué se refiere?
A un modelo de concentración de poder en la figura del Presidente y al debilitamiento de todas las instancias de control, división y separación de los poderes.
¿Eso es lo que está pasando en este momento en el país?
Exactamente. Eso se puede apreciar en el proceso de reforma de la administración de justicia, que está siendo comandada por el Ejecutivo, en el debilitamiento de la capacidad de fiscalización del legislativo y en la instrumentalización de los mecanismos participativos de control social.
¿Eso es bueno o malo?
En la práctica va en dirección contraria a la profundización de la democracia, si es que entendemos por esta a la capacidad que tiene la ciudadanía de ejercer control sobre el poder político. Entonces, el hiperpresidencialismo anula la capacidad de control ciudadano al poder.
¿Por eso se da el alejamiento de quienes antes estaban cerca al presidente Correa?
La distancia de los inicialmente allegados al Gobierno se debe a la implementación del modelo económico que apunta hacia una línea extractivista, que va en contradicción con los valores y principios del postulado del Buen Vivir.
Bajo este análisis, ¿dónde está el sector de la derecha?
Los sectores de derecha y de la centro derecha son los que en este momento están pugnando por la defensa de las libertades, de los espacios de autonomía, pero también de crítica al modelo económico existente ahora.