El ex canciller Francisco Carrión subraya que el Ecuador debe fortalecer el Sistema Interamericano (OEA). Afirma que la adhesión a la Alba no trae beneficios al país. Habla sobre su renuncia.
¿El Sistema Interamericano de Derechos Humanos en verdad tiene un sesgo anglosajón, como lo ha denunciado el gobierno de Rafael Correa en las últimas semanas?
Los Derechos Humanos son indivisibles, únicos y no deben estar sujetos a interpretaciones que no sean las que están recogidas en la Carta de los Derechos Humanos. Son valores absolutos a los que debemos sujetarnos sin consideraciones ideológicas ni políticas.
Entonces, no cabe ese tipo de descalificaciones de parte del Régimen.
El Ecuador, históricamente, ha tenido una tradición de apego a los Derechos Humanos. Entonces (el Gobierno) no debe caer en la tendencia de calificarlos política o ideológicamente.
¿Qué mensaje se da a la región cuando el Gobierno cuestiona la legitimidad del órgano que vela por su cumplimiento, como es el caso de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)?
En la región hay una institucionalidad y unos valores que deben ser respetados. La Comisión está hecha con ese propósito. Cumplir con su cometido es cumplir con su responsabilidad. La tendencia a ideologizar los DD.HH. es un grave error porque hablamos de seres humanos en su integralidad, sin consideraciones de orden político.
¿La comunidad internacional toma en consideración que estos cuestionamientos del Gobierno coinciden con las denuncias de atropello a la libertad de expresión en Ecuador que son estudiadas por la CIDH?
Hay que dejar abierto el camino para que la CIDH haga su trabajo. Este organismo es parte de un sistema del que Ecuador es miembro. Si la Relatoría para la Libertad de Expresión de la CIDH quiere venir al país, que venga; si hay que invitar a la Comisión para que envíe una misión, hay que hacerlo. Es decir, hay que dar libre curso al accionar de estas instituciones.
Pero el gobierno de Correa plantea que el Sistema Interamericano sea sustituido por uno nuevo de la Comunidad de Estados Americanos y Caribeños (Celac).
Cuando hablamos de Sistema Interamericano -esto es la Organización de Estados Americanos (OEA)- estamos hablando no solo de Derechos Humanos, sino también de defensa de la democracia, de cooperación, de asistencia técnica, etc. Romper con ese esquema me parece un error; por el contrario hay que fortalecerlo.
¿Por qué es un error?
Porque ya se tiene una estructura en funcionamiento. La Celac es una alternativa en la que se busca que no existan asimetrías como en la OEA por la participación de Estados Unidos y de Canadá, la cual es positiva.
¿Es positivo plantear la creación de una nueva estructura en materia de DD.HH. a nivel de la Celac?
Todo lo que sea defender los Derechos Humanos está bien y es necesario. Cualquiera sea el nivel: Comunidad Andina, Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), Celac, OEA y, por supuesto, Naciones Unidas. Conviene crear una instancia con ese propósito en la Celac. Lo que creo que sería un error es pretender echar abajo un sistema ya existente como el Interamericano.
¿Esa nueva estructura no abre la puerta para que el Gobierno tenga la discrecionalidad de aceptar solo las conclusiones de aquel organismo que considere legítimo?
Eso no garantiza al Gobierno que tenga un fallo favorable si ha cometido violaciones a los Derechos Humanos. Una futura instancia en esa materia en la Celac deberá pronunciarse con base a hechos y pruebas sobre la violación de cualquier derecho humano, como el de la libre expresión. No hay que tenerle temor a este tipo de nuevas instancias, que protegen los derechos humanos.
El hecho es que el Gobierno plantea una nueva instancia porque no le gustan las conclusiones de la CIDH en materia de libertad de expresión, porque supuestamente actúa bajo los criterios que emplea Washington.
Esa es una interpretación del presidente (Rafael) Correa. Mi interpretación es que es positivo crear nuevos espacios para defender los Derechos Humanos, incluido en la Celac.
En caso de concretarse esa instancia, ¿se mantendría el mismo nivel de compromiso del Ecuador para cumplir resoluciones de la OEA, así como de la Celac?
Por supuesto, así debería ser. Los Derechos Humanos tienen el mismo valor a nivel continental, latinoamericano o regional.
Pero Correa descalifica la labor de la Relatoría de Libertad de Expresión de la CIDH, porque es financiada por países como EE.UU.
Ese es un criterio del presidente Correa. No cabe particularizar casos cuando de lo que se trata es defender valores más altos.
¿El origen del financiamiento de un organismo multilateral, como la CIDH, compromete su independencia y su tarea?
Eso es factible, pero muy difícil, porque se trata de organismos colegiados, en los que no solo hay una persona que decide (…) Recientemente, la Unesco aceptó, acertadamente, la incorporación de Palestina como miembro, pese a la amenaza de la Casa Blanca de retirar su financiamiento.
¿Qué efecto traería un eventual desconocimiento del Ecuador al Sistema Interamericano?
En ese escenario se dañaría mucho la imagen internacional del Ecuador. No creo que rompiendo o retirándose de ese sistema se consiga mayor cosa.
¿Daño en qué sentido?
Nos iríamos contra un sistema que quiere hacer valer los Derechos Humanos. El Ecuador no debe oponerse a ese sistema sino, por el contrario, alentar que en la Celac y en Unasur haya instancias que también velen por los derechos fundamentales.
¿Es decir que hay que crear instancias para que se sumen a las existentes, no para contrarrestarlas como parece ser el propósito de Correa?
Exacto. Ante una denuncia de que se han violado los Derechos Humanos, hay que acudir a la instancia pertinente y demostrar que no se lo ha hecho.
¿Esos sistemas se crean de un día para otro?
Son procesos. El Sistema Interamericano ha evolucionado desde inicios del siglo XX.
¿Y son perfectibles?
Van cambiando en la medida en que el contexto mundial lo hace. La propia Carta de las Naciones Unidas ha caído en obsolescencia porque ha cambiado el escenario bajo el que nació.
A propósito de la ONU, ¿cómo entender a Ecuador, que en el Consejo de DD.HH. se opuso a condenar al Gobierno de Siria por los atropellos a su población?
Insisto: los Derechos Humanos son valores fundamentales, no importa dónde se quebranten. El Ecuador debió abstenerse, no votar contra la condena a Siria, porque es politizar los derechos fundamentales. Debió pedir que una misión de la ONU vaya al lugar, haga una investigación que sirva de base para un pronunciamiento del Consejo de DD.HH.
¿Una similar a la que en octubre envió la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), en la que el subsecretario de América del Norte y Europa, Pablo Villagómez representó al país?
No. Entiendo que esa misión fue a expresar su respaldo al Gobierno sirio, no a hacer una investigación de la situación.
En la práctica Ecuador apoya políticamente a Siria y se opone a condenarlo por atropellos a Derechos Humanos.
Me parece que Ecuador debió presionar porque una misión de la ONU vaya a Siria, investigue y emita un informe…
¿Por qué no debía ir Ecuador con la Alba a Siria?
Porque es adelantarse al tema sin tener suficientes elementos…
¿La Cancillería debe analizar todas estas aristas?
Supongo que hace todas estas consideraciones, aunque es una pregunta que debe responder la Cancillería.
¿Qué peso en estos casos puede tener el criterio del embajador ecuatoriano ante el Consejo de DD.HH. en Ginebra, que es el embajador Luis Gallegos?
Hay un intercambio de informaciones. El que toma la decisión final es el Ministerio de Relaciones Exteriores y quien la ejecuta es el Embajador.
¿Cuando usted fue delegado ante la ONU recibió este tipo de instrucciones?
Las recibí e hice conocer a la Cancillería mi criterio sobre la conveniencia de proceder de una u otra manera, en función de la información que yo disponía en Nueva York.
¿En cuáles casos?
Hubo uno en el cual mi valoración en Nueva York sumada a las consideraciones de la Cancillería, permitieron que el Ecuador se pronunciara de una manera armónica.
¿Ud. se refiere al caso de la suspensión de Libia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas?
Esa es una pregunta que la podría responder el Ministerio de Relaciones Exteriores.
¿Lo que queda claro es que en estos casos Ecuador actúa alineado a la Alba?
No creo que se deba pensar en alineamientos porque estos implican incondicionalidades. La única posición válida es la que resulta del análisis y reflexión de los intereses del Ecuador, no en función de cómo votan otros países. Si luego se coincide con otros países es secundario.
Luego de más de tres años de adherirse a la Alba, ¿al país le pasa factura esa alineación geopolítica?
Soy escéptico de la conveniencia de que el Ecuador participe en ese bloque.
¿Por qué?
Porque con esta participación no se defiende de la mejor manera nuestros intereses.
¿En qué sentido?
Si analizamos país por país de ese bloque, las relaciones en todos los ámbitos a través de la Alba con Venezuela, Cuba o Bolivia casi no se ha incrementado. Y si han aumentado, no se debe necesariamente a la vinculación a la Alba. Ecuador siempre ha tenido relaciones fraternas e históricas con esos países y deben mantenerse y, si es posible, incrementarse bilateralmente.
¿Cuál es el costo para el país seguir en la Alba?
Puede afectar el acercamiento a otros países o a otros grupos de países que podrían ser de mayor interés para el Ecuador.
¿Entonces al Ecuador le resta seriedad este tipo de vinculaciones?
No llegaría a tanto, pero sí creo que las posibilidades de defender mejor los intereses nacionales pueden verse afectadas.
¿Y qué pasó con la propuesta de Ecuador de ‘reinventar’ la ONU? ¿No era conveniente presentarla en la Asamblea General de septiembre?
Pienso que habría sido la mejor tribuna para que el presidente Correa presentara su propuesta. Era el mejor lugar para denunciar la crisis que vive la ONU y, a la vez, plantear su iniciativa.
¿Ud. sugirió al Gobierno que Correa presentara su propuesta en la Asamblea?
Manifesté que era conveniente que el Presidente interviniera en la última Asamblea General con una propuesta constructiva que incluya los cuestionamientos que había hecho a Naciones Unidas, con los cuales coincido. Pero el Embajador no es el que decide, sino la Cancillería. El Presidente creo que se equivocó al no utilizar ese podio con ese propósito.
¿Cuál es esa propuesta refundacional?
No la conozco en detalle. Se habla de acoger la propuesta del padre (Miguel) D’Escoto (ex canciller de Nicaragua), pero hasta donde conozco no se la ha planteado como la alternativa oficial del Ecuador.
¿Quiere decir que el Embajador ante la ONU no conocía de la propuesta para reformar ese organismo?
Conocí de las expresiones de refundación de las Naciones Unidas por parte del Ecuador, pero no conozco oficialmente en detalle en qué consiste.
¿Estos y otros hechos de la política exterior influyeron para que Ud. renunciara a la Embajada ante la ONU?
Entre otros factores, sí.
HOJA DE VIDA
Francisco Carrión Mena
Su experiencia. Diplomático de carrera; uno de los gestores de la paz con el Perú. Fue embajador en España y ante la ONU. Canciller entre el 2005 y el 2006.
Su punto de vista. Sostiene que es un error del Gobierno intentar descalificar a los organismos regionales encargados de proteger los Derechos Humanos. Es escéptico sobre los beneficios de la Alba.