La estrella de Carlos Pólit

A Carlos Pólit la política le sonríe. Su paso por el gobierno de Lucio Gutiérrez no le cerró el acceso al paraíso terrenal.

De ser hombre de confianza de Gutiérrez, se convirtió en poco tiempo en hombre clave para Rafael Correa, quien ordenó a la muy revolucionaria Constituyente que lo eligiera Contralor.

Esa Constituyente redactó una norma según la cual las autoridades designadas por ella debían renunciar si es que querían ser reelegidas.

Si todo hubiera sido como mandaba la Asamblea, Pólit debía renunciar hasta el 26 de este mes para ser reelegido; un deseo cultivado en la Contraloría y en Carondelet.

Pero la reelección de Pólit exigía su renuncia y los inquilinos de la García Moreno no soportaban la posibilidad de un Contralor encargado en época electoral.

Pero el “destino” iba a encargarse de apagar esas angustias. Resulta que el miércoles 11 de enero llegó a las manos de estos jueces una demasiado oportuna demanda de inconstitucionalidad interpuesta por un ciudadano de apellido Morocho, según la cual la norma de la Constituyente, que hubiera obligado a Pólit a renunciar, era inconstitucional. Los jueces le dieron la razón pues, a su entender, la norma “vulnera gravemente los derechos de participación en igualdad de condiciones”.

Esa mañana y en el seno de la Corte Constitucional, se había despejado el camino para que Pólit sea nuevamente Contralor. Y esa misma noche, en Chez Jerome, el Presidente de la Corte y el asesor jurídico de Correa pedían un vaso de Buchanans.

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