Michel Levi, internacionalista, considera que el Ecuador ha pasado por altibajos en las relaciones con Estados Unidos y ahora se vive un momento muy difícil.
¿Cómo se pueden calificar los últimos 12 años de relaciones Ecuador-EE.UU.?
Diversas. Hemos ido a los extremos: de considerarnos el mejor aliado de EE.UU. a expulsar a su Embajadora y declararla ‘non grata’. Y otros momentos en los que se ha mantenido un status quo, sobre todo en temas políticos.
¿Por qué estos altibajos?En las relaciones políticas no hemos tenido equilibrio, pero se han podido tratar temas de interés para el país como la migración, la seguridad, la cooperación bilateral… Es decir, temas de fondo en el aspecto político general. Creo que siempre hay que ser muy equilibrado en las relaciones. No hay que ser el mejor aliado, pero tampoco expulsar al Embajador.
¿No se ha logrado el equilibrio porque pesa más la ideología del gobierno de turno?
Porque no se ha mantenido una política de Estado en las relaciones bilaterales. Con los cambios de Gobierno han sido políticas de Gobierno las que han primado, y estas solo resaltan el interés que cada Régimen tiene.
¿El actual Gobierno ha marcado distancia con EE.UU. por encima de las consecuencias tanto políticas como comerciales?
El tema comercial es distinto al político. EE.UU. es el socio principal de Ecuador, pero hemos rechazado los acuerdos de comercio que nos han propuesto. Más allá de si son buenos o no, el tema de los Tratados de Libre Comercio (TLC) y del ALCA es que el más se ha politizado en la rela-ción con Estados Unidos.
Pero Ecuador propuso un acuerdo para el desarrollo.
EE.UU., por diplomacia, escuchará la propuesta pero no la tomará en cuenta, porque ya le dijimos que no a su plan de TLC y ellos buscan su interés.
Entonces, ¿por qué creer que se podía negociar esta propuesta de convenio?
Porque el Ecuador ha sobrevalorado su posición como país. Es decir, desde el contexto internacional y en su relación con EE.UU. está sobrevalorada. Estados Unidos mira a Ecuador dentro del área andina, en donde hay otros actores con más peso, con los que se pueden mantener relaciones más directas y buenas, como Perú, Colombia y Chile.
El Gobierno ha dicho que mantiene una posición que no es ‘entreguista’.
Me parece perfecto que tengamos una posición, pero debe estar en armonía con los intereses de la región. Se habla mucho de la integración, pero también de la soberanía. Integración es concesión entre socios y soberanía es la capacidad de autogestión del país. No hay consenso entre las dos, que nos haga parte de un bloque.
¿Por qué?
Es por decisión del Gobierno Nacional. La visión y posición del Gobierno está sobrevalorada en función del rol que juega el país en el concierto internacional.
¿Eso cómo se evidencia?
En la parte comercial es claro: si nosotros no suplimos el mercado, con algún producto, lo harán los otros países. Nos estamos quedando fuera de todo. No tenemos acuerdo comercial con EE.UU. ni con la Unión Europea.
¿Habrá consecuencias?
Desde afuera nos ven con dudas y eso aleja la inversión y la confianza. En el extranjero no nos ven como país sino como región. Si se expulsa al Embajador de EE.UU., los países miran cuáles naciones de la región no tienen embajador de EE.UU. Y ahí están Venezuela, Bolivia y Ecuador. Independientemente de que haya la intención de alinearse o no con ellos, al final se nos pone en la misma línea.