La postura oficial se basó en afincar la tesis del supuesto golpismo, defender la minería y condicionar el diálogo. Su contenido tuvo matices en cinco sitios: la Radio Pública, el parque El Arbolito y las plazas de Santo Domingo, San Francisco y de La Independencia.
El golpismo no pasó del discurso oficialista
La tesis del supuesto ‘golpismo’ escondido tras la marcha de los grupos sociales fue uno de los hilos conductores del discurso oficial.
En los cinco escenarios que pisó Rafael Correa, sus palabras insistieron en vincular la manifestación con supuestos intentos desestabilizadores. Su intervención más enfática en ese sentido fue en la entrevista que concedió la mañana del jueves en los estudios de Radio Pública.
Allí, abrió su abanico de motivos para tachar de “conspirativa” a la movilización. Empezó por decir que “toda revolución (ciudadana) tiene su contrarrevolución”. Continuó señalando que había “intereses internacionales” para afectarlo. Y finalizó mencionando la existencia de supuestos informes de Inteligencia, que daban cuenta de una conspiración en marcha, similar a la revuelta policial del 30 de septiembre del 2010. En ese marco, dijo que sus concentraciones en las plazas de San Francisco, Santo Domingo y de La Independencia evitaron el “golpe”. Pero la cúpula de la Conaie recordó que jamás planteó desestabilizar al Régimen, sino para entregar el pliego de pedidos, como lo hizo en la Asamblea.
El Gobierno minimiza los riesgos de la explotación
Una defensa a ultranza de la actividad minera a gran escala fue el segundo concepto clave de la postura del Gobierno en las movilizaciones.
Al igual que en el tema del golpismo, Correa usó los más variados argumentos para defender la actividad minera a gran escala, que acaba de inaugurarse con el convenio suscrito con la empresa china Ecuacorriente.
Entre ellos destacó su hipótesis de que las aguas servidas de las ciudades contaminan más que la explotación minera, como lo dijo en la plaza de San Francisco (foto). A su juicio, las fuentes de agua dulce corren mayor riesgo por la falta de infraestructura sanitaria antes que por proyectos mineros, como en Azuay y Zamora Chinchipe. Asimismo, descartó que los acuerdos suscritos signifiquen que se haya instaurado un modelo neoliberal de explotación. “No hemos entregado la minería a ninguna transnacional”. Ecuacorriente, que acaba de firmar el convenio de minería a gran escala, pertenece a la estatal China Railway Construction Company. Esa empresa china tiene proyectos en 60 países alrededor del mundo. El movimiento indígena protesta por la presencia de esta empresa.
La puerta para debatir se abre y se cierra…
El Régimen puso nuevamente en el tapete la figura de diálogo “condicionado” con los sectores que no comulgan con sus posiciones.
Si bien las marchas fueron protagonizadas por movimientos sociales que comparten la tendencia de izquierda del Gobierno, Correa primero optó por descalificar a varios de sus líderes. En esa misma línea, también restó crédito a los cuestionamientos que han realizado a su política económica y extractivista.
Luego de una andanada de críticas, procedió a mencionar la posibilidad de un diálogo. Así, en San Francisco, dijo que “siempre” han estado abiertas las puertas al diálogo con dirigentes sociales “serios”. Y fijó condiciones para un eventual debate sobre el tema minero. Dijo que los dirigentes sociales son “bienvenidos a dialogar con inteligencia”.
Sin embargo, poco después, el Presidente pareció echar cerrojo a la posibilidad de un acercamiento para revisar los puntos polémicos de la agenda minera.
Lo hizo en la Plaza Grande, donde cantó hasta la noche. “Después de estos actos de violencia contra la Policía, contra sencillos ciudadanos uniformados, no dialogaremos”.