La desconfianza hizo del Ecuador un país de mentalidad antiempresarial

Juan Fernando Carpio. Maestría en  Economía Empresarial y catedrático de la U. San Francisco.  @jfcarpio. Foto: EL COMERCIO

Juan Fernando Carpio. Maestría en Economía Empresarial y catedrático de la U. San Francisco. @jfcarpio. Foto: EL COMERCIO

El economista y académico Juan Fernando Carpio cree que el emprendimiento también es un recurso al que acude el ecuatoriano por la falta de empleos de calidad y un entorno político adverso. Por eso las pequeñas y medianas empresas duran tan poco en un país que no se abre al mundo.

¿Podemos decir que el Ecuador es un país de empresarios, de emprendedores?

Definamos a la acción humana como un acto empresarial porque busca alcanzar ciertos objetivos y metas, incurriendo en ciertos costos, para pasar a una situación más satisfactoria. Como decía Adam Smith, tendemos a cooperar e intercambiar entre seres humanos.

¿Ahora qué es el emprendimiento?

Un estudio de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol), en los últimos cinco años, descubrió que el país tiene una altísima tasa de emprendedores. Esto para mí no es un buen indicador.

¿Por qué?

Muchas personas se están autoempleando porque no hay las suficientes empresas de talla mundial, ecuatorianas o extranjeras, para acoger esa demanda de empleo. Este estudio encuentra que los ecuatorianos somos más emprendedores como una forma de ganarnos la vida.

¿Y eso es bueno o malo?

No es lo mismo ser un emprendedor que ser un empresario. Este último es quien forma una organización que puede funcionar por sí misma. ¿Qué empresa en el Ecuador puede hacerlo si sus dueños se desaparecen seis meses? Pocas porque al igual que nos pasa con la política no logramos crear instituciones impersonales.

¿Cuál es la razón?

Las empresas impersonales se crean sobre la base de la confianza en sus subordinados, en la necesidad de delegar. Eso hace difícil que en Ecuador una empresa se abra hacia una propiedad más pública, por eso acá la Bolsa de Valores está de adorno.

¿Es un problema cultural?

La cultura del ecuatoriano tiende a la desconfianza. Cuando un ecuatoriano sale al exterior quiere hacer negocios con gente de otras nacionalidades. Acá las empresas ecuatorianas, en su mayoría, tienen el nombre y el apellido de sus dueños. Eso es muy triste cuando lo comparo con Apple, cuyos dueños son miles de personas a través de las acciones en la Bolsa de Valores y de miles de trabajadores a través de sus fondos de jubilación. Si no hay un buen sistema de capitalización de las empresas, basado en la confianza, no tendremos empresas ni empleos de talla mundial. Por eso la gente tiene que autoemplearse.

¿Autoemplearse es sinónimo de subempleo?

Sí, y en el mejor de los casos sinónimo de crear una pequeña o mediana empresa...

¿El emprendimiento es una forma de supervivencia?

Esa es la realidad. El 95% de las Pymes en el país no sobrevive más allá de cinco años. La gente crea dinámicamente nuevas empresas, porque no existe un entorno amable, o porque es difícil contratar y despedir.

Es difícil despedir para así asegurar la estabilidad del trabajador. ¿Por qué tiene que ser esto negativo?

Porque nos obligamos a mantener a las personas en sus puestos, sin que necesariamente ellas sean productivas. Esto genera mucho daño a una empresa.

¿Cómo mejorar lo que usted define como confianza?

La gente realiza sus contratos, sus transacciones y sus relaciones económicas fuera del sistema, y al margen del Gobierno. No reportamos al Gobierno lo que hacemos porque, con justa razón, lo vemos como un agresor de los derechos individuales. En nuestras familias nos enseñan a precautelarnos de los demás. “Aprovecha tú antes de que te aprovechen a ti”, nos dicen. Una vida basada en la desconfianza y en el cinismo es una vida muy pobre. Los ‘boyscout’ tienen un articulado de principios en el que cifran su honor por ser dignos de confianza.

El Presidente es ‘boyscout’.

Pero parece que se ha olvidado algunas cosas. El fundador de los Scout fue un inglés y los ingleses hicieron una revolución industrial en un país con el 93% de analfabetos. Como no había contratos, se confiaron de la palabra.

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Esa es una cultura que se forjó hace 300 años.

En el país los ecuatorianos tenemos recelo de demostrar nuestros logros, éxitos y productividad porque tenemos una cultura antiempresarial. El 65% de los niños y jóvenes de nuestro país ha sido educado por la UNE y el MPD.

¿Por eso el Ecuador amasó esa cultura antiempresarial?

Porque es un sedimento de ideas marxistas. Este es el único país al que se le comparte el 15% de las utilidades a los empleados, como forma de devolver un poquito de la plusvalía marxista que el capitalista quitó al trabajador.

¿Culpa de la política?

Sí, de nuestra clase política.

¿Desde cuándo?

En tiempos contemporáneos, de las dictaduras de los 70. Antes, el país iba bien, construyendo un sistema legal consolidado.

¿De quién fue esa labor?

Creería que de Galo Plaza y de Camilo Ponce. Las dictaduras de los 70 nos pusieron en la senda del paternalismo que no la hemos abandonado hasta ahora. Eso es impresionante: el Ecuador sigue aislado del mundo en muchos sentidos. ¿Preguntémonos quién se beneficia de aquello?

¿Quién se beneficia?

Las mismas 20 ó 30 empresas grandes del Ecuador. Yo les pregunto a mis alumnos en la Universidad si hemos visto nacer una nueva Pronaca, un nuevo Supermaxi, una nueva Holcim. No. ¿Hay una nueva empresa internacional que haya venido en los últimos años? No. Sin embargo, estamos formando jóvenes profesionales para empleos que acá no existen, porque no creamos empresas de talla mundial .

¿Si el empresario no cambia de mentalidad, el político tampoco?

Por algún lado habrá que jalarle el hilo a la madeja. Un político que llegue y abra al Ecuador podrá cambiarle la mentalidad. Pensemos lo que pasó con la dolarización. Era la bestia negra para los exportadores y ellos ahora han duplicado sus ventas. Sus miedos fueron por perjuicios.

Ud. culpa a los políticos. Pero ¿a quiénes: a los derecha o de izquierda?

A la izquierda jurásica y a la derecha prevendista. En este país no hay ni una izquierda liberal ni un centro derecha liberal. La izquierda jurásica, al querer poner sus dosis de socialismo, termina beneficiando a la derecha prevendista que es la que hace buenos negocios con el Estado.

¿Cuánto demorará cambiar estos paradigmas?

Siempre que pensemos en que debemos prepararnos en el pizarrón para lanzarnos al agua estaremos equivocados. Así no se aprender a nadar.

¿Un mensaje a Senplades?

Prepararnos para tener, a futuro, acuerdos comerciales es un absurdo. El propio calor de la competencia nos preparará. Las empresas se hacen fuertes con la rivalidad no con los aranceles.

¿El país ha desaprovechado las enseñanzas que nos dejó la dolarización como proceso de apertura económica?

La lección de esa medida es que acciones duras en su momento nos trajeron muchos más beneficios que los paños de agua tibia. Esa idea se ha desperdiciado.

¿Los empresarios deben hacer política?

Más que partidos de empresarios necesitamos partidos liberales, muchos partidos liberales.

¿En la Universidad se está dando el cambio?

No. Aún creemos que la solución está en formar administradores de empresas; la Unión Soviética también los formaba. Lo que el país necesita son verdaderas escuelas de negocios.

¿Se imagina una escuela de negocios en la U. Central?

Cuando allí lean menos a Karl Marx y más a Carl Menger.

¿Y en la política, cuando no se cante al Che Guevara?

Sí y cuando se vea el cambio de los países de Europa del Este con el capitalismo popular.

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