¿Qué es la lucha armada y la reacción social?
Es consecuencia de una frustración o la falta de otros caminos, pero es extrema. Yo más bien me voy por la no violencia activa.
¿Cómo empieza su trabajo en los DD.HH. en el país?
Trabajamos con monseñor Leonidas Proaño unos 4 o 6 meses acompañándole en su gira por las comunidades. Se creó la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos. Toda esta lucha vino en respuesta a la masacre del ingenio azucarero de Aztra, en 1977, en la dictadura militar.
¿Fue el detonante?
Sí, fue terrible. Nunca había una exactitud en el número de muertos.
¿Cómo llega Cedhu a tener ese momento de exposición durante el gobierno de Febres Cordero?
Comenzamos a hacer educación popular con organizaciones campesinas e indígenas. Para 1982 se conformó el Frente Ecuatoriano de Derechos Humanos. Comenzamos con la publicación de nuestro boletín Derecho del Pueblo.
¿Cómo ha sido el acompañamiento a las víctimas?
En el período 84-88 nos apoyábamos frente a una represión generalizada (gobierno de Febres Cordero). Eso genera sufrimiento e impotencia. Veíamos cómo especialmente las mujeres venían a la comisión a denunciar que se llevaban a sus hijos, que estaban desaparecidos o eran torturados. Había miedo típico de un gobierno autoritario, represivo. Yo sí creo que la gente se dio cuenta para qué servía todo el trabajo de educación en derechos humanos.
¿Ahora existe otra fase difícil en la defensa de los derechos humanos?
Desde luego que sí. Para nosotros toda violación a derechos humanos es abuso de poder. El poder es una cuestión muy delicada. Mientras más poder se tiene más peligro de abusar de él hay. Muy poca gente puede manejarlo.
¿Este abuso lo ejercen gobiernos civiles o militares, de izquierda o de derecha?
Pero los derechos humanos están por encima de las ideologías. Hay principios. Nosotros tratamos de ser lo más consecuentes posible y manejarnos por principios, no por conveniencias. Es un una voz ética de hacer un llamado al respeto mutuo.
¿Usted se queda con hermana o con humana?
Una hermana por lo general es humana. El interés en lo humano.
¿Lo humano lleva a la defensa de las libertades?
Seguro, es que están de la mano. Cómo se puede ser humano si no se es libre.
¿Qué lecturas marcaron su vida?
Aparte de los escritores ecuatorianos, también los existencialistas y más tarde Saramago e Isabel Allende.
¿Cómo ha sido su vida religiosa?
Esa inquietud social, ese contacto, en Guayaquil, con barrios populares donde se ve mucha injusticia y pobreza nació el deseo de hacer algo. Dije me gustaría un trabajo de misionera.
¿Usó hábitos alguna vez?
Sí, pero el hábito no hace al monje. Teníamos un hábito gris con un velo negro, una medalla y el rosario.
¿Lo hacía al comienzo?
Sí, pero mi primera misión fue en Guatemala donde estaba prohibido el uso del hábito por cuestiones de la revolución y otros aspectos.
¿Cómo se produce el choque de visiones entre religiosos?
Hay que distinguir entre religión y fe que es algo muy profundo que trasciende toda cultura y la religión muchas veces tiene un alto ingrediente cultural.
Hoja de vida Nació en Quito, pero se educó en Guayaquil y EE.UU. Su vida como misionera se enfocó en la protección de las víctimas de la violencia estatal. Ganó el Premio Juan Montalvo (Aedep).
“El poder es una cuestión muy delicada. Mientras más se lo tiene, más se abusa. Pocos saben manejarlo”.