Dioselinda Iza quiso unir a los indígenas de Cotopaxi. El miércoles pasado lanzó un enérgico llamado para que apoyaran la movilización, a fin de impedir la aprobación del proyecto de Ley de Aguas que se debatía en la sede de la Asamblea Nacional.
Los líderes de las comunidades escucharon a la mujer que preside el Movimiento Indígena y Campesino (MIC) de esta provincia. Pero sus palabras no convencieron a todos los asistentes.
Ese día, en la plaza central de Zumbahua, se reunieron los principales dirigentes de las comunas cotopaxenses. Estaban preocupados por la violencia que se ha desatado en la zona, y que se evidencia en cinco asesinatos durante este año.
Ese fue el punto de encuentro de la cita, porque sobre la Ley de Aguas el distanciamiento estaba marcado. Galo Pallo, Alfonso Ushco y Juan Manuel Chisiquisa, dirigentes y habitantes de esa parroquia indígena, aseguraban que no acompañarían la queja que estaba convocada por Iza.
“¿Quién es Marlon Santi? ¿Qué es la Conaie? ¿Qué es la Ecuarunari?”, increpaba Pallo. Esa respuesta evidenció su malestar frente al presidente de la Conaie y sus dirigentes. Sus compañeros Ushco y Chisiquisa respaldaban animadamente sus palabras.
Cuando Pallo empezó a hablar del Gobierno del presidente Correa, su semblante cambió. Relataba con alegría las obras realizadas por el Primer Mandatario en favor de Zumbahua. Además, contaba que Correa vivió un año en la fría parroquia como voluntario de los salesianos.
Chisiquisa tomó la posta y enumeró los beneficios que han recibido en los tres años de gestión de Alianza País. Hay una escuela y un colegio del milenio; se regalaron borregos para diversificar su producción; créditos del Banco Nacional de Fomento, se entregaron semillas, se dio capacitación y se reciben visitas periódicas de delegados de los ministerios.
Protestar contra el Gobierno y cerrar la Panamericana no estaba entre en sus planes. Tampoco se sentían inquietos por el desenlace de la Ley de Aguas que en esas horas estaba a punto de empantanarse, luego de que el Pleno de la Asamblea rechazara el proyecto de moción elaborado por el presidente de la Legislatura, Fernando Cordero, para que esa ley fuera sometida a consulta prelegislativa.
Pallo, Ushco y Chisiquisa fueron a Latacunga para escuchar las charlas organizadas por el gobernador Ramiro Vela, quien explicó los detalles del proyecto legal.
Ellos están convencidos de que no habrá privatización del agua y que tendrán riego para producir su cebada y papas. Apoyaban también la propuesta de que se consultara a las bases sobre los detalles del proyecto de ley, aunque pedían más socialización.
Rodrigo Guanotuña escuchaba a sus tres coterráneos sin que ellos se percataran. Esperó pacientemente hasta que terminaran. Luego se acercó. “Venga, escuche a los dirigentes”, dijo.
Se trataba de Amador Chijuano, líder de la comuna Iracunga, y del prefecto César Umajinga, uno de los más altos dirigentes políticos de la Conaie y del movimiento político Pachakutik.
¿Hay división entre los indígenas de Cotopaxi? Sí, respondieron los dos. Aunque la dirigencia de la Conaie, Feine y Fenocin, las tres organizaciones indígenas más grandes del país, aseguran que triunfaron en el muñequeo legislativo por la Ley de Aguas, gracias a la demostración del malestar que viven las comunidades indígenas, la realidad parecía otra.
El jueves, cuando la Asamblea se alistaba para tratar la polémica ley, se registraron protestas y movilizaciones en Carchi, Imbabura, Pichincha, Cotopaxi, Bolívar Azuay y Loja. Es decir, en siete de las 23 provincias del Ecuador donde tienen representación.
Los incidentes más fuertes se vivieron en Imbabura, Pichincha, Azuay y Loja. En Bolívar y Cotopaxi, en cambio, pequeños grupos bloquearon la carretera.
La dirigente y asambleísta de Pachakutik, Lourdes Tibán, también perteneciente al MIC, aseguró que no se puede afirmar la existencia de una fragmentación en su organización. No obstante, reconoció que en Cotopaxi sí ha pegado fuerte el Régimen. “Si tuviéramos el manejo de las polí-ticas estatales, como la entrega del bono, la realidad sería diferente”. También sostuvo que la dirigencia del Seguro Campesino es otra fuente de división en la provincia.
Manuel Chugchilán, presidente de la Feine, argumentó que la división es una secuela por haber participado en gobiernos anteriores. “No podemos negar eso, pero no ha existido un proceso para elaborar una agenda única de las organizaciones indígenas. Somos el único grupo organizado y vamos a sobrevivir”.
El prefecto Umajinga también cree que las prebendas del Régimen son la causa de las friccio-nes internas. Mientras que Chijuano reconoció dos razones. Una, el descuido de antiguos dirigentes. La otra, más técnica, es que los habitantes de la zona de Zumbahua no tienen mucho problema con la Ley de Aguas, porque ellos no son grandes productores como sí sucede con los comuneros de Salcedo.
Justamente los habitantes de Tigua, perteneciente a ese cantón, cerraron la Panamericana 24 horas después. Allí estaba Manuel Chimpa motivando a sus vecinos. Alertaba a todos de los peligros que vendrían si se “ privatiza” el agua. Pedía que se unan todos para negociar con la Policía.
“¿Están de acuerdo con que se cierre la carretera media hora y media hora la abrimos?”, sugería el dirigente. Se escuchó que no, pero Chimpa contestó que no son muchos como sus compañeros que bloquearon la vía en el Chasqui y que, por lo tanto, debían negociar con los uniformados para no ser reprimidos.
En Chimborazo, las críticas son para las bases de la Feine
El jueves, en Chimborazo y en Tungurahua no hubo cierre de vías como parte de las protestas indígenas en contra del proyecto de Ley de Aguas. En Bolívar, 14 indígenas intentaron bloquear la carretera hacia Guaranda.
Julio Bayas estaba al frente de ellos y aseguró que su protesta fue reprimida por la Policía. Todos descansaban a un costado de la carretera interprovincial.
Según Bayas, esperaban refuerzos para intentar de nuevo bloquear la vía, pero tal propósito finalmente no ocurrió.
La Coordinadora Nacional de Organizaciones Sociales, Pueblos Indígenas y Afros del Ecuador (Cospinae) es otra organización que desaprobó la movilización indígena.
Su coordinador, Lino Amijos, aseguró que dirigentes como Manuel Chugchilán, presidente de la Federación de Indígenas Evangélicos del Ecuador (Feine), “no representa a las auténticas bases indígenas evangélicas”. Por esa razón, el pedido de paralización no tuvo el efecto de anteriores levantamientos que se han realizado en el centro del país.
Chugchilán refuta a Amijos, asegurando que en su elección contó, en diciembre pasado, con el apoyo de más de 800 delegados que representaban a las 2 353 comunidades donde la Feine tiene peso en Chimborazo. “Estamos interesados en ver quiénes son los constructores del proyecto político y ser un aporte para el país”.