El padre Estuardo Gallegos, párroco del cantón Guano (Chimborazo), cree firmemente en la vigencia del pensamiento de monseñor Leonidas Proaño, conocido como el “Obispo de los indios”.
Hoy se cumplen 101 años de nacimiento de este sacerdote ibarreño que dejó una huella profunda entre los católicos que creen en la misión social de la religión.
En su homenaje, el Fondo Documental Diocesano, la Iglesia de Riobamba y el Instituto de Misioneras Seculares acaban de publicar el libro “El evangelio libera al oprimido y al opresor”.Leonidas Proaño Villalba murió el 31 de agosto de 1988, en Quito, pero, aunque han pasado más de 20 años, el padre Gallegos reafirma que el pensamiento del obispo está tan vivo que ningún momento es tan oportuno como ahora para demostrarlo.
Un ejemplo: “Quienes plantean la realización de una consulta popular de una manera inducida subestiman nuestra capacidad, y la capacidad del pueblo, para discernir y pensar”.
Gallegos explica que una parte fundamental del legado de un hombre consiste en el valor de la palabra. “La palabra condensa experiencias, vivencias, luchas, dolores, alegrías y sacrificios”, expresa el sacerdote que acompañó durante años a monseñor Proaño en su trabajo pastoral con los indígenas de Chimborazo.
Asegura que en la palabra de Leonidas Proaño existió siempre una coherencia espiritual y material, una virtud movilizadora que logró convertir en acciones la fe de todos quienes creen en el amor por los demás.
¿Qué reacciones ha tenido la presentación del libro justamente en un contexto en el que se enciende el debate político alrededor de las decisiones y propuestas que hace el Gobierno?
El padre Gallegos dice que las primeras reacciones de los lectores de ‘El evangelio libera al oprimido y al opresor’ son positivas.
¿Por qué? “El libro aporta al entendimiento de que ser cristiano es ser fiel a la verdad, a la vida, a la libertad, a los derechos y, sobre todo, a la participación de los ciudadanos en las decisiones que les favorecen o afectan”.
Gallegos añade que sin comunidad no es posible construir un nuevo país, hacer una revolución pacífica, transformar las estructuras caducas del Estado.
“Hay que tomar posición por los oprimidos y los pobres, pero desde una visión de paz. Monseñor Proaño vería complacido algunas obras sociales que ha emprendido el Gobierno. Pero, con toda seguridad, cuestionaría el paternalismo con que se lo hace”.
El padre Gallegos precisa, no obstante, que quien está haciendo esas obras sociales no es el Presidente de la República, sino todos los ecuatorianos: “No hay que olvidar jamás que el país no solo es el Primer Mandatario o el Régimen, sino todos los ciudadanos”.
El sacerdote critica el estilo agresivo de quien gobierna el país con una metodología de ataque y estigmatización a todos los que no están de acuerdo con él.
“Ningún ecuatoriano podría estar de acuerdo con esas formas violentas. Monseñor Proaño luchó siempre por el diálogo, relievó siempre el valor que tiene el diálogo, el empleo paciente de la palabra, el escuchar al otro, respetarlo y tolerarlo”.
¿Qué plantearía monseñor Leonidas Proaño frente a la consulta que está promoviendo el régimen de Rafael Correa?
“Que la democracia es un ejercicio cotidiano de convivir con el pensamiento de los otros, de quienes discrepan, de quienes no están de acuerdo”, dice Gallegos.
Propone que es la coyuntura adecuada para leer ‘El Evangelio libera al oprimido y al opresor’.
Recogiendo las bases filosóficas de lo que pensaba monseñor Proaño, el padre Gallegos considera que existe un crecimiento y una maduración de los movimientos sociales en el Ecuador.
“Por eso -dice-, se equivocan quienes creen que no somos capaces de reflexionar y entender lo que está en el fondo de las intenciones evidentes”.
“Cuando se producen situaciones de incertidumbre política y social -añade-, lo único que puede abrir caminos para el diálogo son las palabras y las ideas nacidas del amor por los demás”.
El padre Gallegos considera que el país vive un momento difícil y lo compara con los tiempos cuando Palestina vivía bajo la dominación de los romanos.
“Jesucristo jamás propuso la violencia o la prepotencia como solución. Es el momento de dialogar, de conversar, de escucharnos entre todos. Si somos cristianos de verdad, lo importante es el amor y la caridad”.