Tal como se había pronosticado, Alianza País llegó a su IV Convención Nacional, el jueves 1 de mayo, con las autocríticas necesarias luego de los resultados electorales del 23 de febrero. Doris Soliz será la encargada de diseñar la estrategia política y organizativa del movimiento. Rafael Correa, por su parte, seguirá siendo el presidente, y Lenín Moreno se mantiene como vicepresidente, por dos años más.
Aunque el Primer Mandatario sostuvo que Alianza País fue “víctima” de “nuestros éxitos”, en las bases del movimiento aún queda la incertidumbre de saber si aquellos correctivos que señalaron, se hagan realidad.
Con aproximadamente 1 600 adherentes en la cita esmeraldeña, todos vestidos de verde flex, los errores de AP salieron a flote. La organización política del movimiento y la selección de los candidatos fueron algunas de las causas del revés electoral sufrido. AP se había convertido precisamente en lo que había dicho combatir: una corporación política que los alejó de los territorios.
Fue una convención que no dio lugar a las sorpresas. La reforma estatutaria principal es que la Dirección Nacional de AP estará conformada por los 24 directores provinciales. Pero están aún pendientes las convenciones provinciales para elegir a quienes ocuparán esos cargos. Y estos deberán provenir, a su vez, de aquellos que forman parte de las fuerzas cantonales.
Galo Mora, en su rendición de cuentas, sostuvo que uno de los problemas más delicados en Alianza País fue la “falta de ética” y que no todos los que están en la organización merecen ser portavoces. Hasta se acusó de no haber sido lo suficientemente agudo para descubrir en dónde estuvieron los yerros en esas jurisdicciones.
Por eso, la conformación de la Comisión de Ética, con Carlos Marx Carrasco, María de los Ángeles Duarte, Diego García y Miguel Carvajal, es una de las grandes esperanzas para las bases del oficialismo.
Gastón Bustamante, de la provincia del Guayas, no duda que esta Comisión será esencial cuando se piense en las movidas políticas de cara al proceso electoral del 2017. Pero aquello que anhelaba, una dirigencia que no esté conformada por ministros o funcionarios de Estado, no prosperó. Los nombres de los altos mandos siguen siendo los mismos. A los de Soliz se suma, por ejemplo, el de Javier Ponce, ministro de Agricultura, como el defensor de los Adherentes Permanentes (AP, por ser movimiento, no tiene afiliados). Y el actual vicepresidente de la República, Jorge Glas, es el segundo vicepresidente, fruto de la reforma de estatutos.
Lo más aplaudido de la jornada del jueves fue el reconocimiento de que los cargos burocráticos han caído en manos de técnicos que no tienen necesariamente una afinidad política con la revolución ciudadana. “Los famosos burócratas que dicen ser muy técnicos, que son los mejores profesionales, pero ni siquiera están en el partido”, dice Bustamante.
Estas perspectivas de crecimiento al interior de la organización son los que animan a las bases para creer que aquello que dijo el asambleísta Virgilio Hernández, de que esta Convención del 1 de mayo del 2014 no era “un punto de llegada sino un punto de partida”.
La escuela de formación política de AP y talleres sobre temas coyunturales de interés nacional, como Chevron o Yasuní, son parte de estas posibilidad de generar los cuadros que el oficialismo requiere.