El futuro marcado por la consulta -dice la Ministra Coordinadora de la Política- es profundizar una ruta más política con la ciudadanía. Según ella, eso significa profundizar los mecanismos de participación, que implica gabinetes ministeriales con las organizaciones sociales por el Sí; consejos sectoriales para debatir la política pública; el trabajo de los ministros en los territorios; involucrar a la sociedad para que acompañe la transformación de la justicia y la seguridad…
Esta nueva declaración de principios sobre la necesidad de un “pacto con el pueblo” hace obligatorias algunas preguntas. La principal: ¿es posible algún tipo de contacto sustentable con “la ciudadanía” que no pase por una organización a la cual el Gobierno, que gira en torno a una voluntad, hasta ahora se ha negado?
Doris Soliz se resigna a que se los llame neopopulistas si eso significa contacto con el pueblo. Cabe recordar que ese discurso fundacional solo se plasmó en unos cuantos organismos que carecen de representatividad, y en una relación clientelar no necesariamente duradera. Por ello, otra pregunta es: ¿realmente es posible cambiar una revolución ciudadana sin ciudadanía?
Es maniqueo entender a la “ciudadanía” solo como el grupo que sustenta una estructura de poder. Ese desenfoque está llevando al Gobierno a reafirmarse en que la solución es mejorar el alcance de la propaganda para destruir al “enemigo”. Los problemas ciudadanos -inseguridad, desempleo- están ahí, y el único modo de enfrentarlos es desde la inclusión y el respeto al resto de la ciudadanía.