En medio del dolor aún sus familiares esperan respuestas. No entienden por qué D. R. (38 años) fue asesinado con tanta saña. Y al saber que se trataba de una persona que no tenía problemas con nadie, e incluso asistía a una iglesia evangélica junto a su madre, se presume que los antisociales lo confundieron.
La última vez que lo vieron con vida fue a las 17:00 del pasado viernes en que, según comentaría su madre, el hombre salió desde su domicilio, en un suburbio porteño, a clases.
Al parecer esa noche, habría sido interceptado por los ocupantes de un vehículo que le hicieron un secuestro extorsivo, llevándolo al vecino cantón Durán para sacar dinero de su cuenta, en un cajero automático, ubicado en una gasolinera, según quedó grabado en una cámara.
Minutos después fue llevado unos 200 metros campo adentro a la altura del km 18 de la vía Durán-Tambo. En ese sitio ocurrió lo peor. Su cuerpo, maniatado con un cable de cargador de celular, fue rociado con combustible y luego incinerado.
Una persona que oyó los gritos solicitó ayuda. El cuerpo con vida, aunque con muchas quemaduras, fue llevado hasta el hospital Luis Vernaza.
Con el 70% de su humanidad con quemaduras de tercer grado no soportó y falleció el pasado domingo sin alcanzar a dar mayores detalles de lo sucedido. Por la gravedad de sus heridas debió ser sedado, según relató un familiar.
La víctima fue velada durante dos días y su cuerpo enterrado ayer martes 6 de octubre del 2015 en el cementerio del Suburbio de Guayaquil.
Miembros de la Policía y de la Fiscalía realizan las investigaciones e intentan encontrar pistas. Entre las pruebas analizan el video del cajero de la gasolinera en donde lo obligaron a retirar el dinero.