‘Pido a mi hija que ya no siga con eso de Internet’
Redacción Manta
La zona alta de la parroquia Leonidas Plaza, suroeste de Bahía de Caráquez, es el hogar de Ambrosio Véliz, padre de Patricia Véliz, quien se hizo conocer como Evelyn Dueñas (nombre ficticio), para ofertar su virginidad por Internet a cambio de dinero. El objetivo, supuestamente, es ayudar a su madre que tiene dolencias al hígado, páncreas, colon y además padece del mal de Alzheimer.
Rosa, la progenitora de Patricia, yace en su cama al interior de una vivienda pintoresca con paredes de caña guadúa, estructura de madera y techo de zinc. El pasado fin de semana los Véliz estaban alterados. Rosa tuvo una recaída, a causa de una noticia que circuló en un rotativo nacional, allí dicen que su hija fue denigrada al igual que ellos.
Ahora están asediados
Los vecinos de Patricia Véliz, de 28 años, la admiran y apoyan. Señalan que la chica es muy valiente por lo que está haciendo.
La línea telefónica convencional de la familia Véliz no deja de sonar. Eran incógnitos hasta que accedieron a hablar con los medios de comunicación.
Rosa, la madre de Patricia, no aceptó entrevistas por pedido de su hija. Ambrosio Véliz, el padre, dijo: “Ellas (sus hijas) nos dicen que podrían venir para llevar a Rosa a Guayaquil para que la revisen los médicos, ojalá todo salga bien”. “Somos gente pobre pero no estamos en la completa miseria, luchamos como cualquier familia que afronta problemas económicos”, dijo Ambrosio Véliz a EL COMERCIO. Patricia, vía telefónica desde España, dijo que tiene 600 propuestas a su oferta de vender su virginidad, y que las está analizando.
A la casa de los Véliz se accede después de caminar tres cuadras desde la vía principal en Leonidas Plaza. Un camino lastrado muy angosto permite el acceso de vehículos. Después de cinco minutos de recorrido, se divisa una cancha de voley de tierra y, al frente la vivienda donde Patricia nació y creció hasta los 24 años, antes de emigrar a España.
Un cerco de latillas (pedazos) de caña guadúa, dibuja la propiedad de 400 m². El sábado al mediodía este Diario visitó el lugar. Tras el anuncio de que se quería hablar con los padres de Patricia, un sobrino dijo que no querían saber nada de la prensa.
“Aquí estuvieron unos periodistas de Guayaquil, nos dijeron tantas cosas para que les permitiéramos llegar donde mi tía Rosa y después dañaron la imagen de la familia”, señaló el joven.
Pero su tía Mercedes proporcionó el número telefónico de Patricia en España. Al tercer intento Patricia contestó la llamada y en tono triste dijo: “Estoy dolida, unas líneas mal escritas y la moral de mis padres igual que la mía ahora están por los suelos. Es indignante saber que en mi propio país, haya gente que se dedique a hacer daño”. Patricia ha recibido más de 600 visitas a su portal tras la propuesta de vender su virginidad a cambio de dinero para ayudar al tratamiento médico de su madre.
“Hay gente de todo el mundo que se solidariza conmigo, me felicitan, ahora que la opinión pública de mi país y la del mundo conocen a través de imágenes mi situación saben que lo que estoy haciendo es por salvar la vida de mi madre”. Patricia vive en España con su hermana mayor y su cuñado.
Caída la tarde del domingo, Ambrosio Véliz accede a hablar con este Diario, luego de que Patricia mediaba vía telefónica. El hombre de 65 años y tez blanca sale de la casa.
Cuenta que se siente perturbado por lo que han dicho y quiebra en llanto. “Dimos la confianza para que entren a nuestra casa, hasta me hicieron que les mostrara una dolencia que me aqueja en la pierna derecha, y luego dicen que tengo una incapacidad. Camino un poco lento pero lo hago, sino quién compraría los medicamentos para mi Rosa”.
Con cierto enojo indica que lo único que desea es que la gente no escupa al cielo, “hemos solicitado a mi hija que ya no siga con eso de Internet, ella es muy valiente”. El padre y su esposa Rosa sobreviven de los ingresos producto de la jubilación de él. “Nos alimentamos modestamente, pero no nos falta un bocado, mis hijas están muy preocupadas, vamos a ver qué sucede después...”.