Dos semanas y tres sesiones del Concejo Metropolitano bastaron para que se cumpla con una de las promesas de campaña del actual alcalde de Quito, Mauricio Rodas: la reducción de las multas para quienes incumplen con las regulaciones del pico y placa y el uso de la zona de estacionamiento tarifado, conocido como Zona Azul.
En el caso de la restricción de circulación que significa la vigencia del pico y placa la rebaja, en promedio, es del 50%. La sanción pasó de USD 113 a 51, la primera vez. Por reincidencia pasó de USD 170 a 85, mientras que la tercera pasó de USD 340 a 170 el valor de la multa.
Lo ocurrido la tarde de este viernes 30 de mayo se puede decir es un triunfo para el alcalde Rodas y para el bloque de ediles que lo acompañan, pero también lo es para los 11 ediles de País. No es para menos, la aprobación fue unánime.
Quizá que esa lógica se mantenga a lo largo de esta gestión municipal, claro con el necesario debate de los proyectos que se traten. Hay que pensar en la ciudad.
Pero en la aprobación de las reformas quedan aún acciones por definir y ejecutar que se refieren a la educación y concienciación ciudadanas, relacionadas con el hecho de dejar en claro que la reducción de multas no implica un mensaje de que esta administración municipal bajará todo o tendrá mano blanda cuando se trate de establecer restricciones y regulaciones para lograr un eficaz ordenamiento del Distrito.
Hay temas que en la cotidianidad de los quiteños no están solucionados: creación de barrios en sectores no autorizados, control al transporte público o a las emisiones que generan las industrias, regulaciones al comercio, al uso del espacio, a la construcción son, entre otros, aspectos que necesitan regulaciones que puedan o no expresarse en restricciones o multas.
Lo que ocurra desde ahora en adelante con el cumplimiento o no de las ordenanzas del pico y placa y de la zona azul será un buen termómetro para conocer el comportamiento ciudadano.
Vivir y convivir en un espacio social, como lo es Quito se basa en el respeto a los derechos de todos los ciudadanos. Las ordenanzas, en teoría, lo que buscan es dar armonía a esa convivencia. Toca esperar que, tras estas dos reformas, esto siga así.