Redacción Manta
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La playa de Tarqui está llena de dorado. Las embarcaciones no dejan de descargar este pescado que se captura en abundancia, como no ocurría desde hace 15 años.
Desde las 04:00, en esta ensenada, en el noreste de Manta (Manabí), los pescadores arriban a la playa entre la densa bruma.
Nada se desperdicia
Los desechos de piel, vísceras, huesos y cabezas del dorado son recogidos por un grupo de 20 personas. Estos desperdicios son destinados a la fabricación de harina de pescado.
Entre enero y mayo del presente año se exportaron
3 348 115 kilos a Estados Unidos. Eso sumó un monto de USD
18 960 793 por exportaciones.
La libra de dorado se cotiza en USD 0, 85 al pie de la playa, pero para la exportación promedia los USD 2,20.
Los propietarios de los barcos nodriza realizan una inversión de entre USD 8 000 y
12 000 por viaje, que se efectúa cada 15 días.Las lanchas de fibra de vidrio, conducidas por su capitanes, llegan de lunes a sábado repletas de dorado, que pertenece al segmento de la pesca blanca.
El ‘boom’ de las capturas comenzó a mediados de septiembre, en la Costa ecuatoriana. Se pescan 7 000 toneladas por mes. “Estamos en buena racha y esto no se presentaba desde hace 15 años. La economía se dinamiza bien”, refiere Bartolomé Fernández, un exportador.
Lizandro Cedeño, pescador de altura, comenta que en 2008 las capturas bordearon las 700 toneladas mensuales. “Eso fue muchísimo menos de lo que se está pescado en la actualidad. Las corrientes y la buena temperatura del agua influyen”.
El auge de dorado tiene su explicación. El biólogo Jimmy Martínez, asesor técnico de la Subsecretaría de Recursos Pesqueros, sostiene que la responsable de esta abundancia es la onda Kelvin (masa de agua caliente). Esta onda caliente que recorre el océano Pacífico es el ambiente adecuado para el crecimiento rápido del dorado.
Según Martínez, entre 1997 y 1998 se capturó y exportó dorado por 11 meses seguidos. Si hubiesen lluvias, la situación en la actualidad sería similar.
Estados Unidos es el mercado natural del dorado ecuatoriano. Los filetes y porciones tienen buena demanda.
La abundancia por el momento es tal, que por ejemplo en la planta Frigolab están trabajando al tope, dice Fernández. Allí se procesan 120 000 libras al día. “La temporada se adelantó y esto genera un efecto dominó en toda la cadena, que depende de la pesca blanca”, agrega.
La flota de pesca blanca está conformada por 220 naves nodriza, cada una lleva a remolque 10 lanchas de fibra de vidrio. Cada embarcación realiza dos viajes promedio al mes, según Martínez.
El 70% de esa flota va en busca de los dorados. Las bodegas se llenan del dorado, después de faenas de 15 días, pues los bancos de dorado (grupos de peces) existen en abundancia.
Cada barco arriba con un promedio de entre 50 000 y 70 000 libras. En 2008, una embarcación apenas llegaba a puerto con entre 15 000 y 25 000 libras.
Juan Rosado, tripulante de un barco de pesca blanca, cuenta que desde octubre gana USD 700 por viaje. Realiza dos al mes. “Es muy bueno, pues la pesca está a 600 millas. Lanzamos las líneas de anzuelos cada día y todos pican, mientras haya peces seguiremos en el mar. Mis patrones nos dijeron que solo pararemos en Navidad y, tal vez, en Año Nuevo. Hay que aprovechar que ha reventado esta especie, esto no sucede siempre”.
De cada lancha se desembarcan 10 quintales de dorado. Junto a ellos, el grupo de desvisceradores limpia los pescados.
Manuel Quijije empuña un cuchillo y corta con destreza los pescados. Con la mano izquierda extrae las vísceras.
Una flota de 30 furgones refrigerados y 50 camionetas con balde de madera transportan el producto a las nueve empacadoras de pescado, situadas entre Manta, Jaramijó y Montecristi. En esos centros, hombres y mujeres retiran la piel, cabeza y espinazo del pescado. Los filetes quedan listos y pasan a las cámaras de congelado. Al día siguiente, se cortan en trozos, según el requerimiento del comprador.
Se empaca en una funda de plástico al vacío y el producto etiquetado va a un contenedor refrigerado. Se envía por mar a Miami y desde allí se reparte a varias ciudades de Estados Unidos, explicaFernández.
Esta buena racha incide en la economía. En la playa de Tarqui, donde se desembarca el 70% de la pesca de las 220 naves, se mueven USD 500 000 por semana solo por dorado.
El dorado también llega en camiones refrigerados desde Esmeraldas, Santa Elena, El Oro e incluso de Guayas. 120 estibadores descargan el producto hacia las empacadoras para su procesamiento.