A primera vista, exportar podría parecer una ocupación bastante tonta. En el fondo, cuando un país exporta, está produciendo para otros, para satisfacer las necesidades de los habitantes de otros países.
Claro que la cosa es mucho más compleja. Cuando se exporta, se genera empleo y riqueza que, finalmente, permite que haya recursos para… importar. A diferencia de las exportaciones, las importaciones sí permiten cubrir las necesidades de los habitantes de un país. Si el objetivo de una economía es satisfacerlas, las importaciones son las ‘buenas’ que permiten justamente eso.
Pero en nuestro país, una visión bastante populista de las cosas ha hecho que se vea a las importaciones como las malas de la película, cuando en realidad son todo lo contrario. Por lo difundida que es esa visión, hubo gente que aplaudió las restricciones a las importaciones que impuso el Gobierno a inicios de este año.
A fines del 2008, la demanda de importaciones estaba altísima, como resultado de la inmensa cantidad de plata que gastó el Gobierno el año pasado.
Recordemos que el aumento del gasto público en ese año fue cercano a los USD 9 000 millones. Todo ese dinero tenía que usarse en algo y las importaciones fueron la válvula de escape para tanto recurso liberado en una economía en la que ya nadie quiere producir.
Como las importaciones se dispararon, empezamos a tener una balanza comercial negativa. El Gobierno se asustó y creó nuevos aranceles (y un arancel adicional a los productos de Colombia). Pero con esa movida no se logró reducir las importaciones, solo se las encareció.
Lo que sí logró frenar las importaciones fue la contracción del gasto público y de la economía durante 2009. La prueba de que los aranceles no sirvieron es muy sencilla: los productos grabados con mayores aranceles fueron los bienes de consumo y su importación cayó en 21% si se compara los primeros 10 meses de este año con el mismo período del año pasado.
Mientras tanto, las importaciones de materias primas (que no fueron grabadas con más aranceles) cayeron en 24%, cayeron más que los bienes de consumo.
Eso significa que aquellas importaciones a las que sí se puso más aranceles cayeron más que aquellas a las que no se subió el impuesto. Eso significa que los aranceles adicionales no sirvieron para nada y que sólo encarecieron las importaciones (produciendo una transferencia de riqueza del sector privado al sector público). Fue la contracción económica la que redujo las importaciones.
Sería bueno que los populistas aprendan que la decisión de importar debería ser una decisión libre de las personas al buscar la mejor opción para cubrir sus necesidades. Claro que en ocasiones el concepto de ‘libertad’ es algo despreciable para ellos.