‘No me iré de Pedernales y aspiro en ocho días poder reactivar mi radio'

El gerente de Tropical FM, Marcelo Cepeda Parreño, dialogó con EL COMERCIO este martes 26 de abril del 2016. Foto: EL COMERCIO

El gerente de Tropical FM, Marcelo Cepeda Parreño, dialogó con EL COMERCIO este martes 26 de abril del 2016. Foto: EL COMERCIO

El gerente de Tropical FM, Marcelo Cepeda Parreño, dialogó con EL COMERCIO este martes 26 de abril del 2016. Foto: EL COMERCIO

En Pedernales funcionaban dos radios en frecuencia modulada (FM) antes del terremoto de 7.8 grados de magnitud que azotó la costa norte del Ecuador, el 16 de abril pasado. Estas eran Altamar (96,5) y Tropical (92,9).

La primera reactivó sus operaciones cuatro días después de la emergencia, mientras que la segunda continúa paralizada. El gerente de Tropical FM, Marcelo Cepeda Parreño, dialogó con EL COMERCIO la mañana de este martes 26 de abril del 2016, en Quito, y contó lo que pasó antes, durante y después de la tragedia en Pedernales.

Su testimonio:

“Yo nací en Salcedo (Cotopaxi), pero desde hace más de 17 años me radiqué en Pedernales. Es mi tierra y la llevo en el corazón por su gente y el cariño que me dio abriéndome las puertas cuando llegué.

Lo que ocurrió la noche del sábado 16 de abril del 2016 fue una pesadilla, pues en esa tragedia murieron mi esposa, mi hija y sus tres niños de uno, dos y cuatro años, con quienes vivíamos en Pedernales. A este dolor se suma que Radio Tropical quedó completamente destruida. Estoy en cero actualmente, sin nada, pero a la ciudad la sacaremos de los escombros y volveré en unos ocho días.

La noche de la tragedia, estábamos con mi familia en el departamento que ocupábamos con mi esposa. En ese momento, mi hija necesitaba un biberón para el niño de un año y con mi señora se fueron a traer uno del otro departamento. Con ellas se fueron los otros pequeños.

Radio Tropical de Pedernales quedó en escombros tras el terremoto de 7.8 grados de magnitud registrado el 16 de abril del 2016. Foto: EL COMERCIO

Yo les iba a alcanzar después y, justo cuando cerraba la puerta de mi departamento para irles a ver, la tierra comenzó a temblar con fuerza; me sacudía de un lado a otro. En esos instantes le pedí a Dios que me ayudara y logré salvarme aunque quedé atrapado. Unos minutos después del temblor, los vecinos me ayudaron a salir del edificio en donde estaba.

Al incorporarme me di cuenta que la otra edificación en la que estaba mi familia terminó arruinada. Entre los escombros estaban mi esposa, mi hija y mis nietos. Sentí un nudo en la garganta. Esperé que amaneciera al domingo y con una pala mecánica rescatamos a mis parientes sin vida.

Antes de morir, mi esposa me dijo alguna vez que si ella fallecía antes que yo, la entierre en su tierra natal, Quevedo (Los Ríos). Así lo hice y con la ayuda de otros familiares la llevamos a ese sitio junto a los niños y mi hija. Antes de viajar les pusimos formol y partieron. Allá fue el velatorio, su despedida, el dolor de su partida…

Ahora no tengo nada, mi radio se perdió. La clínica dental de mi esposa se cayó. Mi hija tenía un local en el que comercializaban computadoras y equipos informáticos. Luego del temblor, ese almacén no estaba muy destruido; las cosas estaban casi intactas. Pero con los saqueos que hubo se llevaron la mercadería y aparatos que teníamos allí.

Lo único que me queda es abrir mi radio y luchar por la recuperación de Pedernales. Unos amigos me prestaron equipos, pero tengo que probarlos para ver si funcionan y conectarlos. Requiero de computadoras, una antena, una mezcladora. O sea, lo más básico para operar una radiodifusora.

No importa el tiempo que me demore en levantar la estación radial, lo que sí tengo claro es que estaré otra vez en Pedernales. Sé que la gente me extraña y volveré”.

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