América Latina vive tensa calma. Amenazas belicistas enturbian las relaciones entre Colombia y Venezuela, Perú y Chile, básicamente por supuestas denuncias de espionaje. ¿El escenario de un conflicto armado está latente?
En el caso de Colombia y Venezuela no es la primera vez que Chávez adopta una posición agresiva y belicista. Cuando se dio el bombardeo de Angostura, el venezolano no solo hizo declaraciones desproporcionadas, sino que movilizó tropas a la frontera. Ahora, a más de desplegar carros blindados y tanques de guerra, ha hecho un llamado a los militares a enlistarse.
Si los ánimos de Chávez se han encendido por un supuesto espionaje del gobierno de Uribe contra Venezuela, Ecuador y Cuba, del lado de Colombia se habla que esto es simplemente una cortina de humo para tapar la grave crisis que se vive en Venezuela.
Como nunca antes, el país sufre por la falta de energía eléctrica, escasez de alimentos, alta inflación y auge de la delincuencia.
Las diferencias históricas de límites entre Chile y Perú se han visto exacerbadas por una denuncia de un supuesto espionaje. El problema surge por la supuesta infiltración y obtención de información por parte de Chile de las futuras compras de armamento del Estado peruano.
Aunque este asunto no tiene los mismos ribetes del diferendo entre Colombia y Venezuela, sí preocupa que en lugar de existir relaciones mucho más fluidas entre los países de la región, los escenarios de conflicto estén tomando forma.
En primer lugar, deja mucho que desear la capacidad de respuesta de las instancias que existen para tratar este tipo de problemas como son la OEA y la misma Unasur, de las cuales son signatarios los países en cuestión. La reacción de la Unasur, por ejemplo, ahora liderada por el presidente ecuatoriano Rafael Correa, ha sido realmente pobre e insuficiente. La convocatoria a una reunión de cancilleres y ministros de Defensa debía haberse hecho con mayor prontitud y no esperar, como ha sucedido, que las tensiones regionales se agudicen.
En segundo lugar, preocupa el creciente armamentismo que se está dando en la región. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, Londres) el gasto militar en América Latina se ha elevado en un 9% desde 2003 a 2008. Este ha subido de USD 24 700 a USD 47 200 millones.
En tercer lugar, da la impresión que en lugar de avanzar, América Latina retrocede a pasos agigantados. Este tipo de diferendos lo que hacen es postergar y desalentar aún más los procesos de integración en la región. Es más, la integración y consolidación de la unión sudamericana debería ser una prioridad para nuestras naciones. Es lamentable que esto se debilite por la miopía y falta de visión de nuestros líderes políticos.