Los vehículos paran en la intersección de las calles García Moreno y Mejía, en el Centro Histórico de Quito. Un agente de tránsito ubicado en ese sector indica a los conductores que allí comienza el Paseo de las Siete Cruces y que no pueden ingresar a la Plaza Grande, que es una zona para peatones.
El tramo peatonalizado abarca el trayecto de la calle García Moreno, entre Mejía y Bolívar. Este miércoles, 7 de febrero del 2018, fue inaugurada por el Municipio y estuvo a cargo del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP), con una inversión de USD 80 000. La calle de las Siete Cruces era el nombre con el que se conocía antiguamente a la García Moreno.
Según el IMP, esta obra prioriza la movilidad de la gente en el Centro, “otorgándole un espacio digno y de calidad, además de mejorar la accesibilidad y seguridad peatonal”.
Los trabajos no se realizan solamente en García Moreno, sino también en la Chile, desde la Cuenca hasta la Imbabura, que es la fase 2. Allí se avanzó en un 20%. Los bolardos y la capa asfáltica fueron retirados.
En esa zona, circulaban 6 000 autos diarios, según la Agencia Metropolitana de Tránsito. Ahora, ese flujo se mueve por vías alternas. Con el Paseo cambia la circulación en el Centro Histórico. Ahora, los conductores deben tomar rutas alternas para ir al sur. Según los planes de movilidad, los conductores tienen dos alternativas: por la Benalcázar o por la Guayaquil.
En la calle García Moreno hay bancos, hoteles, restaurantes y otros negocios. Para ellos hay horarios especiales de carga y descarga de productos. Van desde las 20:30 hasta las 06:30. Así lo indicó Angélica Arias, directora del IMP. Para los vehículos de las instituciones públicas que funcionan allí hay salvoconductos.
El alcalde de Quito, Mauricio Rodas, recorrió ayer el Paseo de las Siete Cruces. Aseguró que con esta obra se reducirá la contaminación.
La Secretaría de Ambiente hizo un estudio antes de que comiencen los trabajos y durante los primeros días en los que se interrumpió la circulación, en enero del 2018. Hubo una disminución del 30% en dióxido de azufre, 13% en material particulado y 20% en monóxido de carbono.
Los contaminantes que se analizaron fueron los que producen los buses a diésel, el dióxido de azufre que desgasta los bienes patrimoniales que están a la intemperie y el monóxido de carbono emitido por los automóviles. Lo mismo pasa con la contaminación auditiva. “Bajó la vibración en las edificaciones patrimoniales”, dijo el Burgomaestre.
El objetivo también es brindar mayor comodidad a los transeúntes y los visitantes que llegan al centro. Más cuando en el Centro Histórico se moviliza la mayor cantidad de personas a pie. Más de 282 000 personas circulan en los 3,75 kilómetros que lo conforman, de lunes a viernes. De otro lado, durante el fin de semana se registran 310 000 visitantes.
La gente que circulaba por ese sector tuvo opiniones diferentes con relación a los trabajos que se realizan allí. “Había mucho ruido de lo que pitaban los carros, el esmog nos complicaba. Ahora podremos caminar con tranquilidad”, señaló Hilda Muñoz, de 67 años.
Cristóbal Avilés, de 55, es dueño de la óptica Líder, ubicada en las calles Bolívar y García Moreno. A su juicio, el Paseo de las Siete Cruces corta la circulación de vehículos. “Atravesamos una época de bajas ventas. La gente ya no se acerca y esto se volverá un barrio”. Pero Ricardo Sánchez, dueño del restaurante San Ignacio, está de acuerdo con la peatonalización. No obstante, considera que se deben trabajar en otros aspectos como mejorar la seguridad y así aumentar el flujo de turistas.
Esta obra es parte del plan de conservación y dinamización del Centro Histórico. Esto, porque en este año se cumplen 40 años de que la ciudad de Quito fue declarada