En Amiga ya no estás sola, las afectadas reciben apoyo psicológico y legal. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
El ruido de la botella de licor impactándose en la pared la despertó en la madrugada. Rocío se levantó y recuerda que vio a su esposo tambalearse por la sala de la casa. Lanzaba los cojines de los muebles y pateaba las sillas. “Dónde está mi dinero, devuélveme mi plata maldita”, gritaba reiteradamente.
La mujer, de 36 años, cuenta que solo avanzó a cruzar al cuarto de su hijo y cerró la puerta con seguro. Abrazada al pequeño, de 5 años, rezaba para que su esposo se durmiera.
Asegura que esta escena se repitió durante cinco noches seguidas. “Quiero que te vayas de mi casa. Te voy a matar”, le repetía una y otra vez.
Rocío narra que no podía salir de la vivienda, porque había toque de queda.
El riesgo a contagiarse con covid-19 le atemorizaba aún más. Por eso, decidió denunciar las agresiones en la Fiscalía.
Eran los últimos días de mayo, cuando agentes llegaron a su casa, en el sur de Guayaquil, y con una orden judicial sacaron a su esposo de la vivienda.
Hoy, ella sabe que no fue la única mujer que sufrió este tipo de agresiones durante la pandemia. Las víctimas de violencia psicológica, durante los meses de la emergencia sanitaria, se cuentan por miles.
Datos de la Fiscalía muestran que desde el 16 de marzo, fecha que se declaró el estado de excepción en el país, hasta el 14 de septiembre pasado, en Ecuador hubo 11 323 reportes de mujeres agredidas psicológicamente. Esa cifra es superior a las denuncias por violencia física.
Parte de estos casos también fueron conocidos por el Componente de Seguridad del Municipio de Guayaquil denominado Amiga ya no estás sola.
Esta instancia, que busca erradicar la violencia contra las mujeres, habilitó la línea gratuita de ayuda (1 800 112 112) para que las víctimas puedan denunciar a sus agresores. Ofrecen apoyo psicológico y asesoramiento en temas legales.
Según las especialistas que trabajan allí, la pandemia generó problemas sociales que agravaron la violencia en las familias. Un ejemplo de esto es el aumento del desempleo.
Advierten que la pérdida de trabajo o la falta de oportunidades sumadas al confinamiento provocaron graves situaciones de estrés y tensión entre las parejas. Esto a su vez conllevó a discusiones, insultos y posteriormente a agresiones físicas y sexuales.
En las entrevistas con las mujeres agredidas, los equipos de psicólogos detectaron que son víctimas de chantajes, amenazas y manipulación.
Ese es el caso de Karina, una joven de 27 años que vive en el sur de Quito con sus dos hijos de 5 y 6 años. Ella cuenta que en abril se separó de su pareja.
Dice que él no le permitía hablar con su familia y la amenazaba con no darle la manutención de sus hijos si lo dejaba. “Me insultaba, me celaba con mis primos y mis tíos. No me dejaba tener celular. Un día hasta me dijo que si lo traicionaba me quitaría a mis hijos y luego me mataría”, relata. Ella también acudió a la Policía.
El Código Integral Penal (art. 157) dice que la violencia psicológica puede ser penada con cárcel de hasta tres años.
El Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos también conoció este tipo de casos. Su titular Billy Navarrete sostiene que el confinamiento generó que entes estatales como la Policía y la Fiscalía habilitaran nuevos métodos para que se denuncie.
El cierre de las oficinas públicas hizo que las víctimas puedan acceder a trámites en línea. Señala que estos nuevos canales hicieron que más mujeres denuncien las agresiones.
Lo mismo opina Rosandi López, abogada especializada en temas de violencia de género.
Para ella, las elevadas cifras de agresiones psicológicas no significan que más mujeres hayan sido violentadas, sino que existen más mujeres que denuncian los hechos.
La Policía a través de su Departamento de Violencia Intrafamiliar (Devif) trabaja para prevenir las agresiones.
26 equipos de especialistas elaboran guías informativas en todo el país. Envían mensajes por redes sociales y por la plataforma de Whatssap. Visitan comunidades rurales y otorgan charlas para prevenir los eventos de violencia. Difunden protocolos relacionados con la prevención de violencia intrafamiliar.
También abordan los ciclos relacionados con la violencia y los lugares en donde se pueden plantear las denuncias.
El Centro Ecuatoriano para la promoción y acción de la Mujer Guayaquil (Cepam) también brinda ayuda psicológica a las afectadas.
Annabelle Arévalo es una de sus psicólogas y sostiene que las secuelas que presentan las mujeres son graves.
Presentan sentimientos de culpa, vergüenza o se aíslan. En el aspecto físico tienen trastornos alimenticios, pérdida del sueño, pesadillas, ideas depresivas y en casos extremos pueden generar enfermedades crónicas.
Por eso, los tratamientos pueden durar hasta cinco años. Después de ese tiempo “no significa que las heridas se curan, pero logran tener una mejor calidad de vida”.
En contexto
En medio de la pandemia, la Fiscalía habilitó un sistema virtual para que las mujeres puedan denunciar las agresiones. La violencia en casa fue analizada y el 26 de septiembre se presentará un trabajo. Se visibilizarán las historias de las personas afectadas.