Un hombre trabaja cerca del Centro de Convenciones de Atlapa, en Ciudad de Panama, lugar donde se realizará la Cumbre de las Américas. Foto: AFP
Barack Obama y Raúl Castro comparten un taxi para ir a la Cumbre de las Américas. Podría tratarse de una suerte de presagio de lo que ocurrirá este fin de semana en Panamá, pero es una publicidad de una tienda local, que simboliza la importancia que ha cobrado el evento para la sociedad panameña.
“Hay más helicópteros que durante la invasión”, relata un taxista sobre el gran operativo de seguridad que se montó en Panamá para recibir a los 33 jefes de Estado y de gobierno que asistirán este viernes y sábado a la cumbre, a la que Cuba asiste por primera vez.
Es que el despliegue de tropas y helicópteros sirvió como recordatorio para muchos del sitio impuesto por la invasión de Estados Unidos a Panamá, iniciada el 20 de diciembre de 1989, para derrocar al régimen del general Manuel Noriega.
Unos 5 000 efectivos participan del férreo dispositivo de seguridad, organizado con el asesoramiento de los gobierno de Colombia y Estados Unidos, para recibir a alrededor de
18 000 personas que participarán en la cumbre y los diversos foros paralelos.
El operativo involucra varios anillos de seguridad, con expertos francotiradores en edificios altos, vehículos blindados, aeronaves y múltiples controles en accesos y salidas de la sede del evento, que se realizará en el Centro de Convenciones Atlapa, frente a la Bahía de Panamá.
Muy cerca de allí se encuentran las ruinas de Panamá la Vieja, que en 1671 fue saqueada por el pirata inglés Henry Morgan y que serán las elegidas para la foto oficial de los mandatarios presentes, todos menos los de Chile y Dominica.
La atención de los medios panameños se la llevó ‘La Bestia’, el auto blindado construido especialmente para Obama, que fue trasladado a Panamá para ser usado por el mandatario estadounidense, uno de los más esperados por su histórico encuentro con Raúl Castro después del anuncio del deshielo entre ambos países.
“Durante los próximos días, los ojos del mundo entero estarán sobre nuestro país, por lo que es el momento de presentar lo mejor de Panamá a la comunidad internacional (…) Les invito a ser parte de la historia”, señaló esta semana el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, en un mensaje a la nación en el que pidió disculpas por los inconvenientes.
En la ciudad no sólo se sufrirán los cortes de calles y se recrudecerán los embotellamientos, sino que además no se verá a los cientos de vendedores ambulantes que suelen llenar las avenidas, después de que el gobierno municipal prohibiera la venta callejera.
Los afiches alusivos a la reunión presidencial compiten con los grandes anuncios luminosos, aunque según la canciller, Isabel Saint Malo, no hay campaña de publicidad que pueda lograr los beneficios que atraerá el evento, para el que se invirtieron
USD 15 millones.
“Con una publicidad masiva difícilmente tendríamos tanta atención para Panamá como destino turístico y de inversiones”, aseguró. “Sabemos que Panamá tiene mucho para ofrecer”. Una noticia que alegra sobre todo a los taxistas de la ciudad, aunque no trasladen finalmente a Obama ni a Raúl Castro.