Julio Marín y su esposa Amada Alberca llegaron a Nueva Loja hace más de 40 años.
Foto: Diego Pallero/ El Comercio
Los almacenes, restaurantes, tiendas… con el nombre de Loja, que ayer cumplió 466 años de fundación, o de la Virgen de El Cisne son frecuentes en Nueva Loja, la capital de Sucumbíos.
Hace más de 40 años llegó un grupo de lojanos y fundó la ciudad.
Julio Marín, de 69 años, arribó en esos años con su esposa Amada Alberca, quienes salieron desde el cantón lojano de Quilanga. Eran recién casados. Antes estuvieron en Santo Domingo, pero su amigo Carlos Añasco les recomendó que la actual Sucumbíos ofrecía más opciones. “Nos dijo que había la posibilidad de crear una ciudad petrolera”, dice Marín. Al inicio vendían cigarrillos, galletas… a los empleados petroleros. Ahora tienen una papelería.
En el primer grupo también llegó Eufemia Castillo y su esposo. Aunque la sequía les preocupaba, no tuvieron una razón especial por salir de Loja. Castillo abrió el hotel Oro Negro, el primero de Lago Agrio, que mantienen hasta ahora.
Tony Rojas, de 55 años, es el presidente de la Asociación de Lojanos residentes en Sucumbíos. Según él, Nueva Loja fue fundada en 1969 por 23 personas, de las cuales 19 eran lojanas. “Un año antes hubo una masiva salida de Loja por la intensa sequía”.
El experto en migración, Trotsky Guerrero, coincide con ese criterio. Para él, esa sequía afectó la economía de esa provincia y sus habitantes migraron. Los principales destinos fueron la Amazonía y Santo Domingo.
En esta última ciudad funciona el Rincón Lojano. En cada espacio del restaurante de Gloria Rojas se evoca a Loja. Las paredes están adornadas con cuadros de los atractivos de esa provincia. “Quiero mostrar lo que es mi tierra”.
En la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas viven 60 000 lojanos, de acuerdo con datos del Centro Social Loja 18 de Noviembre, que funciona desde 1966.
Según su presidente, Harmant Aguirre, en 1960 empezó el éxodo a Santo Domingo. Junto a pobladores de otras ciudades se unieron al proceso de colonización de la zona.
Una de las primeras familias en llegar fue la Ojeda Jaramillo. Carlos Ojeda recuerda que sus padres escucharon que Santo Domingo era un territorio apto para la agricultura.
Esa familia está conformada por 20 hermanos, que llegaron en 1970. Ellos se reúnen cada dos años para festejar el cumpleaños a su madre Rosa Jaramillo, de 92 años. “Es una forma de mantener las costumbres lojanas. En mi tierra luchamos para que la unidad familiar perdure”, asegura Carlos Ojeda.
Según el docente lojano, Carlos Castillo, a más de dedicarse al agro también contribuyeron en la farmacéutica, medicina, docencia…
El lojano, dice el experto en migración Trotsky Guerrero, es amante de sus costumbres como comida típica o música. Aquello se refleja en Sto. Domingo, donde se realizan procesiones en honor a la Virgen de El Cisne. Otra costumbre que adoptaron los santodomingueños es la comida. En sus restaurantes se ofrece repe y tamal.
Grimaneza Cuenca, de 75 años, nunca salió de la capital lojana pero seis de sus ochos hijos sí lo hicieron. Están radicados en Guayaquil, Riobamba, Quito y Cuenca.
Todos salieron para estudiar y luego obtuvieron un trabajo. “No regresaron, pero siguen extrañando la comida”, cuenta. Por ello, les envía bocadillos, roscones, café, cecina de cerdo, panela… en fechas especiales.
En la capital azuaya la colonia de 5 000 lojanos también recuerda sus tradiciones. Ellos realizaron un festival de música lojana el pasado 28 de octubre, por las fiestas de independencia de Cuenca y por la cercanía de las de Loja.
Además, la asociación, que tiene 50 años, organiza reuniones en noviembre o diciembre donde se comparte café, tamales y humitas lojanas.
Quito es otro destino, pero por estudios principalmente. El ingeniero agrónomo Arturo Silva, de 74 años, preside la Asociación Lojana 18 de Noviembre, en Quito, que se fundó hace 55 años. Eran 40 o 50 lojanos y ahora son 300, “pero residen más de 40 000”.
Walter Mena, de 66 años, preside el Centro de Difusión Cultural de Loja, en Quito. “Loja es un baluarte que contribuye a la cultura… con lojanos como Benjamín Carrión, Eduardo Kingman o Pablo Palacio”.
Ambato, en cambio, fue preferida para los negocios. El comerciante Hermel Celi destaca el aporte lojano como la creación del club Macará de Ambato a través de promotores como el exfutbolista lojano Luis Carrillo.
Galo Celi arribó hace 47 años y ahora es gerente del Hotel El Jardín. “Ambato ofrece oportunidades para progresar”.