Las secuelas que dejó el terremoto del 16 de abril en los planteles educativos de Manabí generan preocupación. Hoy estaba previsto que se empiecen las actividades previas al inicio del año escolar en las zonas afectadas por este movimiento telúrico –Manabí y Muisne–, pero en los padres de familia hay varios reparos. Temen por la seguridad de sus hijos.
Las huellas que dejó el sismo son evidentes en algunos colegios de Portoviejo, capital de Manabí. Ayer, en un recorrido por la zona cero y sus alrededores, se visitaron cuatro planteles: Colegio Portoviejo, Escuela Franklin Delano Roosevelt, Colegio Santa Mariana de Jesús y Escuela Tiburcio Macías.
En estos se identificaron cerramientos destruidos, grietas en las paredes, ventoleras rotas, pisos levantados, lámparas movidas…Además, los dos últimos establecimientos estaban cercados con cintas de seguridad. El acceso era restringido.
Gustavo Carvajal, morador del centro de Portoviejo y padre de dos estudiantes de Educación Básica y Bachillerato, comentó que cuando anuncien el inicio de clases se cerciorará personalmente sobre cuál es el estado de las instituciones. Anahí, de 10 años, acude al Horacio Hidrovo Velásquez y Ariana, de 16, estudia en el Velasco Ibarra. “Tengo temor que las estructuras estén dañadas. Me da miedo de otro sismo”.
En el Colegio Velasco Ibarra, que funciona en las mismas instalaciones de la Escuela Franklin Delano Roosevelt, había fisuras en las paredes, ventoleras rotas y una parte del piso levantado.
Las puertas del baño de mujeres, en la planta baja, estaban en el piso. Luis Palma, docente de esta institución, mencionó que en esas condiciones no se podría recibir a los estudiantes.
En la zona afectada por el terremoto, los establecimientos educativos con daños leves, medios y severos suman 560. Hay 1 618 en buen estado y 248 se evalúan según información del Ministerio de Educación.
Los estudiantes de los planteles que no se encuentren en buenas condiciones serán recibidos en otros espacios. Por ejemplo, las actividades escolares de la Escuela Tiburcio Macías, ubicada en la zona cero, se realizarán en la Vicente Rocafuerte, que funciona en la periferia de Portoviejo. La asistencia será opcional, se trabajará con horario especial y no será necesario llevar útiles escolares ni uniforme, comentó Francisco Carvajal, profesor.
“Paulatinamente, se irá adoptando la educación formal, una vez que se verifique si las condiciones están dadas en las instituciones educativas, es decir, que esté bien la infraestructura, que la planta docente se encuentre emocionalmente preparada”, señaló el ministro de Educación, Augusto Espinosa, en un comunicado.
En Manta, Pedernales, Jama y Canoa se toman también medidas. En Tarqui (Manta), ayer se empezó a derrocar la Unidad Educativa Salesiana San José. Pero los estudiantes no se quedarán sin estudiar.
Para reemplazar la infraestructura educativa en estas zonas se habilitarán campamentos para instalar aulas provisionales. Esto será hasta que reconstruyan las instituciones que colapsaron, sostuvo Jorge Zambrano, alcalde de Manta.
Los estudiantes afectados por el terremoto serán parte del programa Escuela para todos – Juntos nos levantamos, del Ministerio de Educación.
Está previsto que en las primeras ocho semanas se desarrollen actividades de soporte socioemocional, recreativas, deportivas y culturales, que les permita a los estudiantes asimilar la experiencia. El año lectivo 2016-2017, en estas zonas, empezará el 4 de julio.