Manuela vive tres días de la semana con su madre,Sara Palacios,y tres con su padre, Ramiro Garrido. El martes visitaron el Jardín Botánico de Quito. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
En junio pasado, Sara Palacios y Ramiro Garrido pensaron que no podían seguir así. Que algún día, su hija Manuela se graduaría o se casaría y no sería factible celebrarle fiestas por separado, como hasta entonces. Así fue como la niña, por primera vez, tuvo un cumpleaños, el sexto, con mamá, papá y la familia de cada lado.
Estos padres se separaron hace más de tres años. Incluso él está casado desde el 2014. Y desde hace un año tienen un acuerdo verbal y no legalizado de corresponsabilidad en la crianza y la manutención.
Este tema saltó al debate luego de que la semana anterior el futbolista Énner Valencia tuviera una orden de detención no ejecutada por atraso en pensiones alimenticias.
En redes sociales, la discusión se centró en el monto que debe pagar y en que la pensión se debería dividir entre padre y madre. Pero hubo quienes recordaron que la responsabilidad en el cuidado diario también debe ser compartida.
Darwin Seraquive es un abogado que trabajó como asesor de la exlegisladora Betty Amores en las reformas al Código de la Niñez y Adolescencia, que rigen desde septiembre del 2009. Antes de la aplicación de la tabla, que fija la pensión según ingresos de quien no vive con el hijo, la determinación de la cantidad dependía del criterio del juez.
Él revisaba cuentas bancarias de los padres y así determinaba los montos. Seraquive recuerda que había casos de papás que tenían dinero, pero no declaraban impuestos. Sus bienes estaban a nombre de terceros. Pagaban lo mínimo.
Este abogado cita al artículo 15 del Código, el cual señala que la fijación y actualización de tabla corresponde a las instituciones encargadas de la inclusión económica y social. “El problema no es de la ley, porque no fija las pensiones. El MIES establece la tabla”.
A diario, en la calle Veintimilla, en el Juzgado de la Niñez y Adolescencia, en Quito, madres acuden para presentar juicios por la llamada pensión alimenticia, que incluye educación, vestido, diversión, etc.
El martes, Josselyn Artieda, de 22 años, contó que entabló una demanda por USD 120 al padre de su hija, de 1 año y 9 meses. Contó que su expareja nunca le cambió un pañal ni la ha acompañado al pediatra. Él visita a la niña los domingos y la llama ocasionalmente.
El caso de Manuela es diferente, gracias al acuerdo de sus padres. En este mes, por ejemplo, de lunes a miércoles, ella vive con Ramiro y su esposa. De jueves a sábado al mediodía con su mamá, Sara. Lo que resta del día y el domingo pasa con uno de sus progenitores, alternadamente. En Navidad, la niña almuerza con Ramiro y pasa la Noche Buena con su mamá. En Año Nuevo, al revés.
Él paga la pensión escolar cada mes; para el ingreso a clases, uno costeó los útiles y otro, los uniformes. La alimentación corre por cuenta de cada quien, igual la ropa y los juguetes, ya que ella tiene dos casas.
El abogado Salim Zaidán pertenece a un grupo de padres que busca que se reforme el Código de la Niñez. Cuestiona la normativa vigente pues -según él- se centra en garantizar las pensiones y no establece parámetros claros para regular las visitas.
Zaidán reconoce que hay papás que no cumplen sus obligaciones económicas y otros que no están pendientes de los cuidados de los niños. Sin embargo, critica que también haya madres que impiden las visitas paternas. Así, apunta, es imposible ejercer la corresponsabilidad en la crianza.
Este padre dice que se fijan regímenes de visitas, cuya ejecución depende en algunos casos de la voluntad del entorno materno. Habla de trabas que no permiten una relación natural de padres e hijos. En su caso -sostiene-, tardó un año y tres meses obtener el régimen de visitas. Su nena vive en Loja y él en la capital.
Sobre incumplimientos del régimen de visitas, Seraquive anota que el afectado puede acudir a un retén, a la Dinapen y a la Unidad Técnica Judicial, para hacer valer la disposición.
Zaidán reitera que los padres quieren involucrarse más en el día a día de sus hijos. Pero su colectivo no solo busca más tiempo con los chicos sino que se divida la responsabilidad económica, de forma proporcional. La Constitución habla de corresponsabilidad en los dos temas. Con este criterio coincide Santiago Villarreal, de Coparentalidad Ecuador.
En redes sociales, estos colectivos de padres también hablaron sobre fijar techos a las pensiones e incluso de que se cree un fondo de ahorro.
Sobre esto, Seraquive pide averiguar cuántos casos de pensiones de montos elevados hay en el país y de cuántos profesionales no se logra justificar la capacidad económica y se fija la pensión mínima.
La noche del martes, Villarreal y los miembros contaron sus historias. Carlos Reinoso, de 44 años, tiene una hija, de 15. Ahora la visita cada dos semanas, pero antes la veía ocasionalmente, cuando su exesposa lo permitía. Pide que le permitan seguir de cerca cómo su hija avanza en el colegio y que las visitas sean más abiertas.
Los papás de Manuela creen que más allá de la ley está el diálogo. Tienen sus acuerdos. A Sara le molesta que la vean como “desalmada” porque deja que el padre se haga cargo de su hija tantos días. “Creen que él es de Júpiter, y es normal”.
Históricamente, señala Sara, ha ocurrido que el padre se desentiende y la mamá debe buscarlo para que se haga responsable. Pero Ramiro no quiere ser un “papá de sábado o de billetera, sino uno presente en la vida de Manu”, reitera.
No todo es color de rosa. Al inicio, Sara tenía ideas preconcebidas sobre cómo es una ‘madrastra’, pero su hija habla bien de la esposa de Ramiro y se ha encariñado con ella.