Los padres de una niña trans pidieron cambio de nombre y sexo en su documento de identidad, en Quito

Activistas Glbti frente a la Corte Constitucional por el caso Satya. También se puede ver una bandera de la Fundación Amor y Fortaleza creada por los padres de Amanda. Foto: Archivo EL COMERCIO

Activistas Glbti frente a la Corte Constitucional por el caso Satya. También se puede ver una bandera de la Fundación Amor y Fortaleza creada por los padres de Amanda. Foto: Archivo EL COMERCIO

Activistas Glbti frente a la Corte Constitucional por el caso Satya. También se puede ver una bandera de la Fundación Amor y Fortaleza creada por los padres de Amanda. Foto: Archivo EL COMERCIO

Padre y madre acompañaron a la niña Amada hasta las oficinas del Registro Civil, en Quito, el pasado lunes 15 de enero de este 2018. También su hermano y varios activistas de la comunidad de Gais, lesbianas, bisexuales, transgénero e intersexo (Glbti). La familia completa le pidió, formalmente, a través de un escrito, a la entidad que permita el cambio de nombre y de sexo en la cédula de identidad de la pequeña, bajo el amparo jurídico de la Opinión Consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

El pasado 9 de enero,  la Corte IDH hizo pública su opinión del 24 de noviembre del 2017. En ella reitera que está proscrita cualquier norma, acto o práctica discriminatoria basada en orientación sexual e identidad de género. Además definió a la identidad de género como la vivencia interna e individual del género, como cada persona la siente, la cual podría corresponder o no con el sexo de nacimiento.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos considera que el cambio de nombre, adecuación de la imagen y rectificación a la mención del sexo o género, en registros y documentos de identidad, para que estén acordes a la identidad de género auto percibida, es un derecho protegido por la Convención Americana, que los estados deben reconocer. Ecuador es parte del llamado Pacto de San José, por lo que se espera que se tome en cuenta ya esa opinión.

Amada nació en un hogar quiteño, que la llenó de amor. Cuando vino al mundo, los médicos la identificaron como un varón. Sus padres por tanto se convencieron que se trataba de su segundo hijo. Pero todo cambió cuando empezó a comunicarse. El pequeño rechazaba los cortes de cabello y aseguraba que era una niña.

Quería vestidos, muñecas y le gustaba mucho el color rosado. Eso llamó la atención de sus padres, que conversaron al respecto con toda la familia y ellos les decían que se tranquilizaron, que sería solo una etapa más. No fue así, pasaron incluso por varios psicólogos, hasta que dieron con lo que tenía: era una niña trans. Su sexo biológico, sus genitales, no eran compatibles con su autopercepción, con su sexo psicológico.

Los padres, no sin antes enfrentarse a sus propios prejuicios, pero con todo el amor hacia su niña apoyaron la transición. Ella dejó su nombre masculino atrás y todo lo relacionado con eso. Todos ahora la llaman Amada, acude a una escuela con ropa de niña y es feliz así.

Su madre es una luchadora, que con el apoyo de su esposo, hizo posible que naciera la Fundación Amor y Fortaleza. Luchan porque los derechos de los niños y adolescentes que la integran sean respetados, que no sean discriminados. Han enviado ya este 2018 varias cartas a los ministros Fander Falconí, de Educación; Verónica Espinosa, de Salud; y también han pedido al Director del Registro Civil, la posibilidad de dar una charla sobre lo que implica la niñez trans.

Danilo Manzano, uno de los activistas Glbti, que acompañó a esta familia hasta el Registro Civil, espera que se respeten los derechos de la niña. "Derechos iguales para todos", proclama.

El abogado Christian Paula asegura que el caso de Amada es paradigmático en Ecuador, que permitirá que se reconozca en el país la identidad de niñas, niños y adolescentes trans. "Las familias diversas existen", aseguró.

En Ecuador, desde el 3 de agosto del 2016, la población trans puede acudir al Registro Civil y pedir que se cambie el nombre y también el sexo por el género. Esto con la vigencia de la Ley de Gestión de Identidad y Datos Civiles. Las personas desde los 18 años pueden acceder a este derecho, por una sola vez; por autodeterminación pueden sustituir el campo sexo por el de género: por ejemplo de hombre a femenino o al revés. También pedir el cambio de nombre.

Sin embargo, aunque esto se ha visto como un avance, la comunidad Glbti y los activistas y abogados consideran que se viola el derecho a la intimidad de los transexuales al obligarles a llevar testigos para este trámite. Además se esperaba una reforma más progresista en la Asamblea que permitiera que toda la población y no solo los trans tenga el campo género y no sexo en el documento de identidad.

Dentro de esta lucha que emprenden Amada y sus padres, hay antecedentes que podrían servir. Por ejemplo, en mayo del 2017, la Corte Constitucional de Ecuador dictó sentencia en relación a la demanda del joven manabita Bruno Paolo. Se trata de un transmasculino, que peleó para tener sus derechos. La resolución fue que en la inscripción de nacimiento, no solo en la cédula de identidad, se ubique el cambio de sexo de femenino a masculino. Y la Corte le dio un año a la Asamblea Nacional para adoptar disposiciones legales, para regular el cambio de sexo de las personas transexuales. Es decir que la Legislatura tiene hasta mayo del 2018 para cumplir con este mandato.

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