La Pacha Mama

Después de tratar de responsabilizar a gobiernos anteriores, el presidente Correa culpó a la naturaleza por los extensos apagones, en Guayaquil duran hasta ocho horas diarias, que tanto están perjudicando a la economía nacional. Sin embargo, desde los estiajes de 1992 y 1993 que afectaron el abastecimiento eléctrico durante los gobiernos del Dr. Borja y del Arq. Durán Ballén, el país conoció que no podíamos depender de hidroeléctricas en la vertiente oriental de los Andes para la provisión eléctrica entre noviembre y marzo. Por cierto, la naturaleza es variable, en los dos últimos años, por ejemplo, la estación seca en el valle del Paute pasó desapercibida, causando probablemente que el Gobierno confiara este año en la bondad de San Pedro.

Justamente a raíz de los estragos causados por los racionamientos de hace 16 años, los gobiernos, a pesar de sus cortas duraciones, han tomado medidas para disminuir el riesgo de recurrencia. Se construyó la hidroeléctrica Marcel Laniado, que no se afecta con el estiaje de la Sierra, se compraron plantas termoeléctricas para Esmeraldas y Guayaquil, se contrató generación con Machala Power utilizando gas del Golfo, se hicieron conexiones eléctricas con Colombia y Perú para abastecernos, se contrataron barcazas con generadores para que funcionen en las épocas de estiaje, se contrataron la presa San Francisco y Mazar para mejorar la provisión del sistema Paute, se promovió la construcción de pequeñas centrales hidroeléctricas, en fin, se tomaron diversas medidas para evitar desastrosos racionamientos. Quizás no todas fueron decisiones muy eficientes, pero todos los gobiernos tuvieron claro que: ¡no hay electricidad más costosa que la que no existe!  Después de las primeras crisis, solo en el gobierno de Alarcón hubo cortes eléctricos, pero programados y de pocas horas diarias.

El Gobierno ha concentrado sus esfuerzos, aunque sin estudios confiables ni licitaciones, en la construcción del  Coca-Codo Sinclair, cuyo plazo de ejecución en el mejor de los casos es de cinco años. Pero ha desmotivado inversiones privadas en proyectos de minicentrales y en ampliación de la generación de Machala Power, suspendió contratos con barcazas instaladas en el río Guayas para cubrir emergencias y mantiene tensas relaciones con Colombia a pesar que dependemos del vecino para abastecer la demanda energética.

El daño está hecho, solo esperamos que el costoso aprendizaje gubernamental sirva para que el próximo año se evite que los ciudadanos, sobre todo los pequeños y medianos empresarios, sufran las ingentes pérdidas que ocasionan los cortes de energía. A la Pacha Mama hay que conocerla, respetarla y aprender a vivir con ella, porque no la podemos cambiar ni culpar por ser como es.

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