Las cámaras de Comercio hacen política, pero no partidista

El relevo en la Presidencia de la Cámara de Comercio de Guayaquil (CCG) genera una particular expectativa. Pablo Arosemena, quien relevó a Eduardo Peña el pasado 26 de mayo, es afín a Guillermo Lasso y a su movimiento Creo.

¿Una figura política al frente de este gremio? Arosemena se declara liberal pero señala que la lista 21 no influirá en su gestión. Sus colegas también esperan que esto no perjudique los diálogos con el Gobierno, en donde la agenda a desarrollar, debe tener argumentos más bien técnicos que partidistas.

En diversas ocasiones, el Gobierno y ministros como Ramiro González (Industrias) han calificado de “políticas” las peticiones que las cámaras han hecho sobre las diversas regulaciones económicas que ha tomado el Régimen.

El debate, por tanto, gira sobre el papel que los gremios empresariales deben tener en una sociedad y frente a cualquier gobierno, donde la actividad política no resulta ajena.

Este es el desafío de Arosemena, empresario de 35 años, que dirige el segundo gremio empresarial más grande del país. Para el analista Fidel Márquez la vinculación con Creo puede “enturbiar” cualquier acercamiento que los gremios quisieran tener con el Gobierno, ya que puede ser un pretexto para que no se den los diálogos. Y, por el contrario, que se generen enfrentamientos como sucedió con la Cámara de Comercio de Quito, liderada por Blasco Peñaherrera Solah.

En febrero pasado, después de las elecciones seccionales, los empresarios se reunieron para expresar las dificultades que tenían con la ejecución de la Resolución 116, sobre la restricción de importaciones. Un día antes, en un conversatorio con la prensa, el presidente Rafael Correa dijo que “había empresarios que cuentan los días para que se caiga el gobierno, porque esa es otra lógica, no la empresarial sino la del poder”.

Según Correa, la “extrema derecha” ganó la Alcaldía de Quito, por lo que insistió en que las peticiones que hacían los empresarios tenían tintes políticos. González acotó que ellos se subieron a la tarima para hacer política.

Henry Kronfle rechaza estos comentarios. Él preside tres gremios: el Comité Empresarial Ecuatoriano, la Federación de Cámaras de Industrias del Ecuador y la Cámara de Industrias de Guayaquil. Si bien él reconoce que “todos hacemos política, lo importante es hacer política apartidista”. “Nosotros hacemos política desde la rama económica”.

José Centeno, titular de la Cámara de Construcción de Guayaquil, cree que cuando se representa a un gremio se debe ser apartidista, para “poder trabajar sin perjuicios”.
Arosemena no es el primero que, en los últimos años, se ha mostrado cercano a un grupo político. Peñaherrera Solah mostró su simpatía con la candidatura a la Alcaldía de Quito de Mauricio Rodas.

Para Peñaherrera, la lucha por sus ideales no es sinónimo de haber politizado a su gremio. Su posición -insiste-, es a título personal, pues el 90% de sus actividades tienen que ver con el trabajo en la Cámara. El 10% lo dedica a la “defensa de sus ideales”.

El concepto de lo político se vuelve ambiguo desde la óptica empresarial. Por un lado, figuras como Centeno creen que Arosemena debe poner distancia a su simpatía con Creo y con Guillermo Lasso. Arosemena insiste en que él no puede mezclar las cosas.

Sin embargo, Peñaherrera advierte que caer en el debate de la no politización de las cámaras es hacerle un juego al Gobierno, en su afán de dividirlos. Y que la coherencia empresarial debe continuar desde la defensa de un diálogo técnico con el Régimen.
Esas conversaciones, por ejemplo, lograron que el Gobierno permitiera que varias partidas de materias primas y bienes terminados, a excepción de los productos de uso medicinal, pudieran importarse nuevamente.

La Resolución 116, explica Peñaherrera, solo ha hecho que las importaciones bajen, en los últimos seis meses, en un 2%. “La producción nacional se perjudicó por la escasez de esos productos”, expresa Andrés Robalino, vicepresidente Técnico de la Cámara de Construcción de Cuenca.

Los dirigentes gremiales, por tanto, no ven como un peligro impulsar diálogos políticos en defensa de sus ideas, siempre y cuando estos no obedezcan a una agenda partidista.

En contexto
Entre los años 80 y 2006 los gremios empresariales tuvieron una particular influencia política. León Febres Cordero, por ejemplo, representó a ese sector. En los últimos años, el debilitamiento de los gremios ha sido notorio.

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