Respeto
Teresa Nuques. Diario Expreso
La semana pasada se reseñaron dos hechos que llaman a la reflexión: el primero es el ocurrido en Quito, durante la Feria Jesús del Gran Poder, cuando un asistente exhibió un letrero en el cual se leía: “Yo también le declaro persona no grata”. Una vez concluida la corrida, la Policía buscaba al ciudadano para llevárselo preso, la acción ciudadana impidió que este hecho se consumara. El miércoles se produjo el despido de 19 trabajadores de la Eléctrica de Guayaquil.
Los empleados habrían sido separados por rechazar las acciones del Presidente de la República. Estos dos hechos -aparentemente diferentes- tienen una gran coincidencia que nos lleva a preguntarnos acerca del respeto a nuestras libertades y especialmente a la libertad de expresión.
¿La hora de la razón?
David Samaniego Torres. Diario El Universo
Sugiero a nuestros asambleístas que antes de la discusión de la Ley de Comunicación vean la primera media hora de ‘2001: Odisea del Espacio’, de Stanley Kubrick.
En los primeros minutos el universo entra como coprotagonista en la historia de la humanidad: “escuchen el silencio”, la carencia de la palabra; no quiten sus miradas de las primeras colonias de simios, de sus gritos, hasta cuando uno de ellos “entiende” que un hueso le puede servir de arma.
La palabra no nace con el hombre. La necesidad de comunicación origina gestos, términos y crea la palabra que sirve de puente entre los seres humanos. La palabra, per se, no comunica; requiere de un interlocutor que acepte comunicarse. Esa es la libertad de expresarse.
¡De última!
Hernán Reyes Aguinaga. Diario El Telégrafo
¿Sirven para algo la televisión y sus noticieros?
¿Consumirlos se vuelve nocivo? ¿Cuánto nos intoxican estos espectáculos que hacen una apología del odio, el resentimiento, la violencia, la irracionalidad?
¿Cómo defendemos nuestros derechos a la información?
¿Bastará con una señal de que el noticiero “no es apto para menores salvo con supervisión adulta” o con la advertencia previa de que en ese programa puede haber “imágenes y lenguaje violentos”?
¿Simplemente cambiamos de canal, creyendo que eso es la libertad de información?
¿Tendremos, in extremis, que botar la televisión al tacho de basura? Cuando veo estos espacios “de última”, a veces lo pienso. Pobre aparato…