Andrés Castillo, Santiago Freire y Marco Girón de la organización Ahora llegaron al Palacio de Carondelet para entregar yuca. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Andrés Castillo, Santiago Freire y Marco Girón llegaron este miércoles 6 de mayo del 2015 al Palacio de Gobierno, en la Chile y García Moreno, Centro Histórico de Quito, con lo que denominaron era un obsequio para el presidente de la República, Rafael Correa: tres bultos de yucas atados a una cinta roja.
Lo tres se identificaron como miembros de la naciente organización Ahora y, según su versión, acudieron a la Casa Presidencial para respaldar al estudiante de 17 años que cumple horas de servicio comunitario, por realizar una señal obscena al Primer Mandatario el 1 de mayo pasado.
Pasadas las 10:00 de este miércoles 6, los tres ingresaron al Palacio de Gobierno con “tres atados de yuca“. El encargado del acceso exterior, sobre la calle Chile, les permitió pasar hasta la puerta principal de Carondelet.
Andrés Castillo, Santiago Freire y Marco Girón de la organización Ahora llegaron al Palacio de Carondelet para entregar yuca. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Allí pidieron hablar con el chef presidencial, para entregar la yuca. Después de un par de consultas, un uniformado les informó que nadie saldría a hablar con ellos ni recibiría los paquetes. Los tres salieron resignados y con una sonrisa de picardía en el rostro. Decidieron, entonces, dejar la yuca en la Plaza Grande, frente al Palacio de Gobierno.
Castillo afirma que este acto tiene un toque de sal quiteña, porque eso le hace falta a la política ecuatoriana. Como anécdota, el miembro de Ahora destacó que tanto el Presidente como el adolescente sancionado y él eran “hermanos lasallanos. Y un hermano lasallano grande no agrede al más pequeño”.
La acción causó curiosidad entre los transeúntes. “Es bueno a veces pegar una jaladita de las orejas porque a veces creemos que estamos todo bien y no es así. Esperemos que esto sirva de mucho no solo para el Presidente si no para todo el país porque es el que gana o pierde”, dijo Washington Ávila, quien aplaudió y rió con el acto.
Tres personas de la tercera edad iniciaron un debate en la plaza. Mientras una mujer decía que el Presidente se excedió con el adolescente, un hombre defendía al Primer Mandatario y su derecho a “hacerse respetar”.
Elizabeth Pérez, en cambio, decía que en ciertas circunstancias el humor o la sátira en la política puede incitar a la violencia.
Otros simplemente reían o se indignaban por la ocurrencia del regalo.
Para Castillo, su expresión simbolizó algo más simple. “Es necesario un baño se serenidad y humildad y recordar que todas las personas tienen derecho a expresarse”. Dijo que muchos jubilados, servidores públicos, trabajadores o personas señaladas por causas políticas probablemente deben tener “ganas de tomarle del pecho al Presidente y reclamarle”.
En la niñez y adolescencia, agregó, lo común era que si uno no quería comer algo, la madre o la abuela le diera doble porción, como una lección. “Si al Presidente de la República no le gusta la yuca, le hemos traído tres ataditos para que se sirva en nombre del pueblo ecuatoriano“.