Gonzalo Ruiz Álvarez.. Especial para EL COMERCIO
Una solitaria oreja logró cortar el novillero ecuatoriano Juan Francisco Almeida, que hubo de matar los novillos de su lote y los de su compañero, Fernando Tendero, quien resultó cogido al entrar a matar al primer novillo de la tarde. El español recibió una cornada limpia de 12 centímetros en el muslo, según informes proporcionados por autoridades del callejón. Actuó también el rejoneador Álvaro Montes.
La plaza casi se llena en tarde soleada y ventosa. Se lidiaron novillos de los hierros fraternos de Trinidad y La Concepción, nobles y repetidores. Cuatro jaboneros, un castaño y un colorado compusieron las capas de los novillos. Uno de ellos, el segundo, fue premiado con la vuelta al redondel.
Fernando Tendero, de Villarta de San Juan, Ciudad Real, propuso un entonado saludo con el capote al primero de la tarde, de Trinidad. Con las banderillas dejó un buen par Carlos López. Con la muleta, el novillero hispano inició por alto y la res protestaba. Por el pitón derecho pasaba sin convicción y terminó desrazado. Al matar dejó un pinchazo, fue volteado aparatosamente y pasó a la enfermería, de donde no volvió a salir. La cornada fue limpia, no interesó venas ni arterias. Almeida se hizo cargo de la res y fue avisado tras una desafortunada actuación con la espada. Aviso.
El segundo de la tarde, Cancionero, de La Concepción, de 404 kilos, fue recibido con una larga cambiada por el novillero quiteño Juan Francisco Almeida. Va bien a los vuelos del capote y aprieta por el lado derecho. Rebrinca en varas y permite un quite por navarras. Mateus y López cumplen con corrección el tercio de banderillas y corre a una mano con solvencia y torería Javier Pacha. Almeida se dobla por abajo haciéndose del novillo. Voluntarioso está el ecuatoriano que cuenta con un noble colaborador que va a más, con aquella calidad y repetición de embestida con que sueñan los toreros.
Muestra su poco oficio y basa su faena en toreo sobre ambas manos, sin ajustarse ni sacar el partido al buen colaborador que tenía delante. Lucidos adornos por bernardinas y estatuarios y la petición de indulto se hace cada vez más generalizada. Alarga la faena y en medio del clamor en el tendido entra a matar y deja un pinchazo y media estocada. Una oreja al torero y vuelta al ruedo al novillo en el arrastre entre ovaciones.
El cuarto se llamó Feligrés y fue del hierro de La Concepción, otro buen colaborador, pastueño y que terminó prestándose al lucimiento. De entrada se quiso ir y el saludo capotero de Almeida fue embarullado. Buen par de Gabriel Caza y Calahorrano corre bien a una mano para cerrar al novillo. La faena fue llena de dudas y altibajos. Solamente dejó ver la condición de la res que hubiese significado -con más ajuste, corazón y oficio- la puerta grande.
Mató de tres cuartos de estocada caída y parada, tardó en doblar y escuchó un aviso. El novillo fue aplaudido.
Salió decidido el ecuatoriano al sexto –habían cambiado el turno por el percance de su compañero– y consiguió un aplaudido saludo de capa por verónicas y media de rigor. Fue al caballo y repitió Rumbero, de La Concepción. El novillo fue a más y se desplazaba mejor por el pitón izquierdo y el trasteo fue deslavazado sin colocación, sitio, ni oficio, al hilo del pitón. La estocada fue tendida para cerrar una tarde de aquellas en que el triunfo se escapa de las manos. El tren de la suerte pasa rara vez. Hay que estar allí en el momento justo, ni antes ni después.
El rejoneador de Jaén, Álvaro Montes, hacía su tercera presentación este año. Fue algo lucido con la garrocha en suerte campera a lomos de Jamo. El novillo de La Concepción fue manso y de feas hechuras y fue rápido a la querencia. Lo mejor corrió a cargo de los caballos Maestro, en dos quiebros, y Coquito, un caballo lusitano muy torero con el que dejó un violín y las banderillas cortas. Pinchó hasta seis veces. El quinto fue serio y transmitía. Chambao dio espectáculo fuera del toro y con Coquito dejó una buena farpa, banderillas cortas y dos rosas. Rejón contrario y trasero. Algún pañuelo y vuelta de cuenta propia.