Biskek, DPA
La oposición de Kirguistán afirmó hoy haber tomado el poder en la capital, Bishkek, tras los sangrientos enfrentamientos con alrededor de un centenar de muertos registrados desde el martes en la república del centro de Asia, mientras que el presidente, Kurmanbek Bakiyev, al parecer abandonó el país.
Según informes de los medios, el avión presidencial despegó con destino desconocido del aeropuerto militar de Manas, cerca de la capital.
Por la noche no quedaba en claro dónde está Bakiyev: primero los medios especularon con que podía encontrarse en la vecina Kazajstán, aunque más tarde se dijo que había aterrizado en la ciudad de Osh, su bastión en el sur de Kirguistán, donde se escondió lejos de la sede del gobierno en el norte.
En tanto, el nuevo gobierno liderado por la ex ministra del Exterior Rosa Otunbayeva, de 59 años, anunció haber tomado el poder en el país.
La jefa de la fracción de los socialdemócratas en el Parlamento se había puesto hoy temporalmente a resguardo para evitar su detención, según indicó una portavoz suya. “El poder está en manos de un gobierno popular.
Personas responsables ya están trabajando en una situación que se está normalizando”, escribió Otunbayeva en su página de Twitter. Otunbayeva ya fue hace unos cinco años una de las líderes de la Revolución de los Tulipanes.
En ese entonces, llegó al poder Kurmanbek Bakiyev. Sin embargo, Otunbayeva le dio luego las espaldas por sus tendencias autoritarias.
Este miércoles, más temprano, la policía luchó contra miles de manifestantes que buscaban irrumpir en el palacio presidencial y otros edificios gubernamentales.
Los manifestantes contrarios al gobierno ganaron el control de varias ciudades del norte del país, incluyendo los centros regionales de Talas y Naryn.
Los datos acerca de las víctimas difieren. Tras tomar el control de la televisión nacional, la oposición habló de unos 100 manifestantes muertos, mientras que el Ministerio de Salud mencionó 40 muertos y más de 400 heridos.
Entre los muertos se encuentra, al parecer, el ministro del Interior de Kirguistán, Moldomussa Kongantiyev, según informaciones difundidas por activistas de los derechos humanos.
Según reporta la agencia rusa Interfax, Kongantiyev falleció cuando lo llevaban a un hospital en la ciudad de Talas, en el norte del país.
El portavoz del ministro, sin embargo, no confirmó los hechos y señaló que no sabe nada del estado del Kongantiyev.
Las protestas comenzaron el martes por la tarde. A lo largo del día de hoy, varios líderes de la oposición fueron liberados de la custodia policial para negociar con el gobierno.
Manifestantes furiosos habían saqueado e incendiado previamente la casa de la familia de Bakiyev.
Previamente, el gobierno del primer ministro Daniyar Ussenov había presentado la dimisión. Numerosos líderes mundiales llamaron a la calma en el país, entre ellos el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien convocó al gobierno y a los manifestantes en Kirguistán a la moderación mientras viajaba por la vecina Kazajstán después de haber visitado Kirguistán el fin de semana.
Si bien Estados Unidos se quejó durante mucho tiempo de los abusos de los derechos humanos, la intimidación y la corrupción en el país, previamente el portavoz del Departamento de Estado, PJ Crowley, había llamado a la calma desde Washington.
“Nos identificamos con las preocupaciones de la gente de Kirguistán acerca de su futuro”, dijo Crowley. “Pero estas preocupaciones deberían ser objeto de un diálogo pacífico, no de una manifestación violenta”.
Por su parte, el jefe de gobierno ruso, Vladimir Putin, rechazó categóricamente cualquier culpa de Moscú en el baño de sangre en la ex república soviética de Kirguistán, informó la agencia de noticias Interfax.
“Ni Rusia ni funcionarios rusos están en relación con estos acontecimientos”, dijo Putin. Kirguistán había acusado a los poderosos medios estatales rusos, de gran influencia en el país, de ser responsables de la escalada de la violencia.
Según dijo Putin tras los sangrientos enfrentamientos en Kirguistán, Bakiyev se permitió “los mismos pasos en falso” que su antecesor, Askar Akayev, quien renunció hace cinco años tras un escándalo por fraude electoral en el marco de la Revolución de los Tulipanes.
Los críticos acusan a los dos políticos kirguises de tendencias autoritarias relacionadas con el nepotismo y la corrupción.
Akayev vive en el exilio en Moscú. Por su parte, el presidente ruso, Dmitri Medvedev, dijo en Praga según su portavoz que “Kirguistán fue y seguirá siendo un socio estratégico de Rusia”.
Además, opinó que el hecho de que las protestas hayan tomado una magnitud tan violenta demuestra cuán grande es la desilusión de la población.