La esperada reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en Viena fracasó.
La búsqueda de un acuerdo para reducir las cuotas de producción y defender el precio del petróleo que se derrumba en mercados internacionales no prosperó.
Y aunque el Presidente de Venezuela sueñe con un precio del barril a USD 100 o el representante de Arabia Saudita (un jugador importante con 9,5 millones de barriles diarios) se esperance en que el mercado se regulará solo, las cifras por ahora muestran que la tendencia precipita los precios hacia un abismo cuyo valle todavía es incierto.
Los hechos siempre tienen dos caras, para los países productores como el Ecuador el impacto es terrible ya que buena parte de sus ingresos depende del petróleo aunque su cuota sea marginal.
Si cae el petróleo, nosotros tendremos que recortar gastos. El Gobierno piensa en gastos de inversión, los analistas sugieren que se recorte los gastos corrientes.
Pero para buena parte del mundo, que carece de crudo, la noticia es positiva y, como ocurre en Estados Unidos, la baja de los precios deja una inmensa liquidez.
Las causas de la caída se encuentran en diversos factores conjugados. La acción directa de Estados Unidos al activar las reservas de esquistos incorpora gigantes cifras a la producción que ya se sitúa en 9,1 millones de barriles cada día, y por ende EE.UU. deja de demandar petróleo a otros países.
Además, el freno de la demanda gigante de China como anteriores años, cuyas tasas de crecimiento se frenan, la crisis de Europa y la baja demanda de la India son determinantes.
Mientras, Iraq y Siria siguen vendiendo crudo pese a la guerra civil que les plantea el terrorista Estado Islámico que controla zonas petrolíferas y vende también ese crudo.
Rusia es actor principal y ni la ocupación de Crimea ni la crisis de Ucrania hacen bajar su millonaria producción de más de 10 millones de barriles por día.