Tres noticias en el inicio de esta semana. El presidente Rafael Correa viajó a Qatar y a Ginebra, y dentro de su numerosa comitiva incluyó a exfuncionarias como María Fernanda Espinosa e Ivonne Baki, así como al exasambleísta Iván Hurtado.
Asimismo se ha emprendido una campaña mediática para anunciar el segundo programa de televisión del secretario del Buen Vivir, Freddy Ehlers. Y por redes sociales se filtró el supuesto nombramiento de la hermana del vicepresidente Jorge Glas en un departamento de una de las empresas estratégicas del Estado que, por esa condición, está bajo la supervisión de la Vicepresidencia.
¿Qué tienen en común estas tres noticias? Una palabra las engloba: indelicadeza.
En sociedades muy poco democráticas es común confundir el ejercicio del poder con atribuciones discrecionales como invitar a un viaje sin suficientes justificativos.
No se entiende por qué el Gobierno, con los impuestos de todos los ciudadanos, paga el viaje de tres respetables figuras políticas que, el día en que dejaron sus cargos, pasaron a ser ciudadanos comunes y corrientes.
¿Por qué es imprescindible que la ex Ministra de Defensa (que antes fue de Patrimonio, que estuvo en la ONU y que fue Canciller) acompañe al Presidente en una visita oficial. ¿Por qué Baki, luego del fracaso de la Iniciativa Yasuní, sigue cercana al Gobierno?
El Presidente es libre de escoger a sus colaboradores, pero ocho años en el ejercicio del poder son más que suficientes como para que las figuras que ya nada tienen que hacer en el Gobierno den, en serio, un paso al costado.
Acaso la ciudadanía se ha puesto a pensar por qué tiene que seguir pagando el buen sueldo de Ehlers, cuyas funciones son totalmente intrascendentes. O cuáles son los méritos para que la hermana de Glas tenga un cargo público de alta dirección.
La época de vacas gordas está por terminar y la gente, poco a poco, cuestionará todas estas indelicadezas.