La vía que conduce a la toma del río Chalpi, donde se construirá la captación del agua, tiene un 80% de avance. La constructora espera culminar esa fase el mes entrante. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
El agua brota de las laderas, del medio de las rocas y de la cima de las montañas. Se abre paso hasta formar pequeñas cascadas que humedecen la tierra y hacen que el camino se vuelva un colchón de lodo.
Del Chalpi, al oriente de Quito, se obtendrá el líquido que servirá para abastecer a la ciudad hasta el año 2040.
Cada gota deberá viajar más de 65 km para que 170 000 personas que viven en Calderón, San Antonio, Cumbayá, Tumbaco, Puembo, Pifo, Tababela, Checa, Yaruquí, El Quinche y Guayllabamba puedan tener agua con solo girar la llave.
Para llegar al sector donde será la captación del río Chalpi, hay que tomar la vía Papallacta-Baeza. Cerca al km 10 se empezó a abrir un sendero que atraviesa el bosque y llega a 3 200 metros de altura, donde será la principal toma del río.
Un letrero de “Cuidado, cruce de osos”, advierte la riqueza del entorno. Cuando se eligió que desde allí se traería el agua a la ciudad no había siquiera un camino que conectara esa zona con la carretera. Se debía caminar por dos horas, en medio de la espesa vegetación, para dar con la toma de agua cristalina y helada del Chalpi.
En noviembre del 2017, cuando arrancó la construcción, volquetas, tractores y 170 obreros comenzaron a abrir el camino que hoy tiene un 80% de avance. Falta 1 km para llegar al río que recoge el agua de los humedales altos de la Reserva Cayambe-Coca.
Una vez allí se trabajará en la captación del líquido. Esperan que sea dentro de dos meses. Se construirá una pequeña represa con rejillas horizontales y tanques de presión para que el agua baje a la tubería libre de ripio y arena. Quien lo indica es Andrea Hidalgo, directora de la constructora Hidalgo-Hidalgo, a cargo del proyecto.
Como una serpiente, la nueva vía de 7 metros de ancho cruza la vegetación. Por ese mismo sendero, pero 2 metros bajo tierra, se tenderá la tubería de acero de 48 pulgadas (un metro de diámetro), por donde el agua viajará hasta la pileta de Papallacta, desde donde será bombeada, atravesará la cordillera y llegará a Quito. Trabajan las 24 horas. Sacan un promedio de 300 volquetas de tierra al día.
La obra logrará ampliar la oferta de agua en la capital en un 25%. Marco Antonio Cevallos, gerente de Agua de Quito, indica que hoy se llevan a la ciudad 8 000 litros de agua por segundo, y el nuevo proyecto incrementará 2 200 litros. Por eso, el alcalde Mauricio Rodas la llama la obra más importante de los últimos 25 años.
Se necesitarán cerca de USD 100 millones para desarrollar las tres etapas que conforman el proyecto Ríos Orientales, Ramal Chalpi Grande–Papallacta. La primera es esta: la captación de agua del río Chalpi, que tiene un 20% de avance, la segunda es la ampliación de la planta de agua potable de Paluguillo, que arrancó hace un mes y tiene un 2% de avance, y la tercera es la construcción de las líneas de transmisión de agua para las parroquias orientales de Quito, que entrará en funcionamiento en el 2020.
Para financiar el proyecto, Agua de Quito recibió una línea de crédito de la Agencia Francesa de Desarrollo, que otorgó USD 70 millones sin garantía soberana. El resto será asumido por la empresa.
Una de las ventajas de esta obra es que contempla la construcción de una hidroeléctrica, que aprovechará 400 metros de desnivel y generará 7,6 megavatios. Estos se sumarán a los 23 MW que ya genera la empresa en otros proyectos.
En este caso, Agua de Quito cuenta con una tarifa preferencial que durará seis años. Venderán a casi 7 centavos el KW, cuando el costo normal en el mercado es 3 centavos.
Con ponchos de agua, dos sacos y chompas, los trabajadores recorren el camino donde al menos seis días a la semana llueve. En las laderas de la montaña por donde atraviesa la vía, hay piedras de todos los tamaños. La que más llama la atención es una enorme que obligó a hacer una variante en la ruta, porque no fue posible sacarla. Tiene 200 m³ de material y, cual si fuese una loma, reposa a un lado de la vía.
Todo el personal está capacitado. Unos abren la trocha, otros mueven la tierra, hay mecánicos y eléctricos. Entre ellos está Fernando Larrea, director de la unidad ejecutora del proyecto Chalpi.
Con 41 años de experiencia ha participado en otras obras importantes como en el proyecto nor-sur-occidente, que trajo el agua de captación de la cuenca del río Mindo hacia la planta de tratamiento San Carlos y hoy abastece al norte.
Además, participó como constructor del proyecto de captaciones y transmisión de agua en la reserva ecológica Yanacocha, al noroccidente.
Sabe que cada detalle cuenta y vigila que las normas se cumplan. Dice estar orgulloso de formar parte de esta obra.
La jornada empieza a las 06:00. Cuando llueve, la vía se vuelve río. Teófilo Palacios, experto en vías de Hidalgo-Hidalgo, señala que por donde quiera que se cave, sale agua, lo que merma un 30% el rendimiento. Logran avanzar unos 300 metros a la semana.
A manera de compensación, Agua de Quito hizo convenios con las comunidades de Papallacta, Quijos y El Chaco, para construir obras de alcantarillado y agua potable, por permitir extraer agua de esos sectores. Estos egún Cevallos no es obligación, pero la empresa lo hace por responsabilidad.