Si la obra ingresa en el alma del actor se tiene una propuesta real
El actor Renato Borghi (Río de Janeiro, 1939) es un personaje de la historia del teatro contemporáneo de Brasil. Fue uno de los pioneros del teatro de la resistencia, que convivió con la dictadura en su país. También ha actuado para cine y televisión. ¿Qué ofrece el teatro brasileño este momento? Lo divido en dos tipos. El comercial, hecho por estrellas que hacen teatro de buena calidad, pero no de investigación. Asiste un tipo especial de público de señores y señoras que aman a las estrellas, que quieren ver una cosa bonita. Pero no es lo más expresivo de lo que ocurre en Brasil, eso está en las manos de los grupos de teatro (el segundo tipo). Con ellos surgen las cosas nuevas; en este ámbito tenemos varias propuestas de características diversas. ¿Qué búsquedas maneja cada grupo en su país?Tienen teorías diversas. La temática de la que más se habla es la nacionalidad, descubrir la identidad del brasileño de la ciudad o del campo. Otra búsqueda es la individualidad, la intimidad y la soledad experimentada dentro de las grandes ciudades. Sin embargo, dialogamos, conocemos las diferentes corrientes. También han trabajado unidos para garantizar la ley de fomento y, así, tener recursos.¿Cómo define la estética del Teatro Promiscuo?Mediante un proceso que llamo de autopenetración, cuando la obra ingresa en el inconsciente, en el alma del actor, se tiene una propuesta verdadera, no una estética que viene de fuera, sino de dentro.Ustedes trabajan con textos actuales, ¿cómo es su relación con los clásicos?Muy buena, me encantaron y yo los hice mucho, casi todo Chejov, algo de Gorki y muchos otros. Pero siempre acerqué el diálogo con el público: hablar de realidades que dicen cosas al espectador, es decir, buscaba la actualidad. En mi trayectoria hubo clásicos que tenían que ver con la dictadura, por ejemplo, ‘Galileo Galilei’. de B. Brecht. ¿Con qué técnicas encara a un personaje? Soy un amontonado de técnicas. Los primeros cuatro años de mi vida teatral los hice con un gran actor ruso, Eugenio Kusnet, un heredero directo de Stanislavski. Entonces, trabajé con el método, pero no me quieté, no pensé estar en la misma escuela, porque luego me enamoré de Brecht y de Grotowski, de otras tendencias del teatro y pasé por muchos estudios y experiencias. Hoy lanzo las manos y tomo lo que me parece más oportuno para hacer al personaje.
¿Cómo conlleva la labor de actor, director y autor sin interrumpir sus procesos?No me considero autor a pesar de que tengo obras de éxito de taquilla, pero fueron escritas en intervalos de trabajo, yo estuve tres años contratado por la TV, algo que me daba tiempo y plata suficiente para escribir teatro, no soy autor que escribe todos los días. He dirigido de vez en cuando, me considero un actor y como tal vivo mis procesos creativos.