Entre las reformas tributarias propuestas para aumentar la recaudación está una que presupone que las empresas no pueden tener pérdidas por más de tres años. De ocurrir aquello, estas tendrían que pagar impuesto sobre una supuesta utilidad según las ventas.
He respaldado la mayoría de medidas de la revolución tributaria, que vive el país desde que Elsa de Mena la inició en 1998, porque han tenido el objeto de disminuir la evasión que tanto daño hace al desarrollo; pero presumir que todas las empresas hacen utilidades luego de tres años de desconocer la realidad empresarial, especialmente la ecuatoriana, y atenta contra la creación de nuevas fuentes de empleo y el mantenimiento de los existentes.
Carlos Marx Carrasco ha declarado que si una empresa pierde tres años, sus dueños la cerrarían porque nadie trabaja para perder dinero. ¡No es tan simple! Doy ejemplos de lo contrario.
Hace más de 40 meses se estableció una pequeña empresa para producir chocolate en una finca de cacao, en los primeros 10 meses se planificó el trabajo y diseñaron las instalaciones, en los siguientes 10 se realizó la construcción, nueve meses tomó conseguir el permiso de funcionamiento y nueve el registro sanitario, cuyo trámite no se puede iniciar sino luego de otorgado el primero. La empresa recién puede ahora imprimir etiquetas y comenzar la producción. Durante este tiempo ha realizado pruebas, explorado mercados, en fin, pero acumulando pérdidas e intereses sobre la inversión. Con mucho trabajo y buena suerte, en los próximos 18 meses se alcanzarán ventas que cubran los costos operativos, luego los financieros y eventualmente generar utilidades. Según el SRI, la empresa deberá pagar Impuesto a la Renta ya, pues tiene más de tres años y si no gana se la presume evasora.
Una camaronera produjo utilidades y causó impuestos años atrás, pero luego de la crisis de la mancha blanca y los estragos de El Niño anterior, se ha mantenido produciendo pero con pérdidas.
Ha tenido épocas con mejores resultados, pero los ingresos no han sido suficientes para mantener las instalaciones y cubrir los gastos, por lo que los accionistas han prestado dinero para evitar un cierre que deje a los trabajadores sin empleo, esperanzados en que la situación biológica y precios del producto mejoren y que la empresa vuelva a generar utilidades.
¡Más de siete años de vacas flacas! Rentas no entiende que esto pueda ocurrir, los accionistas deberán pagar impuesto a un ingreso inexistente. Con propuestas así, muchos dejarán a un lado sus intenciones de crear empresas y generar empleo. Y otros deberán cerrar actividades poco exitosas, pero que, al menos, dan trabajo a muchos ecuatorianos.