Los nuevos recolectores de basura en Quito permitirán reciclar

Se iniciará una campaña en los barrios de Quito sobre los horarios de recolección de la basura. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.

Se iniciará una campaña en los barrios de Quito sobre los horarios de recolección de la basura. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.

Se iniciará una campaña en los barrios de Quito sobre los horarios de recolección de la basura. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.

La tecnología de los 19 recolectores que llegaron a Quito a inicios de diciembre del 2018 permitirá diseñar rutas de acuerdo con el tipo de producción de basura en cada sector. Los vehículos cuentan con monitores que permiten elaborar reportes en tiempo real, a través de un tag electrónico.

Se levantará una bitácora digital desde un centro de control, en la que se generarán alertas por retrasos o si algún vehículo no pasara por las calles señaladas en cada ruta. Se trata de un sistema telemétrico GPS que cuenta con cámaras en los camiones y que permite detectar anomalías e, incluso, detener la operación de cada camión si hiciera falta.

Este sistema ayudará, en primer término, a que Emaseo pueda ajustar sus horarios de recolección. La meta es conseguir un 90% de puntualidad en el servicio. La expectativa es alta tomando en cuenta que esta se mantuvo hasta el 2016 en un promedio del 76%, el año pasado estuvo en el 63% y se calcula que este año terminará en un 66%.

Para lograr esta meta, la empresa cuenta con un contrato de mantenimiento que incluye un 20% de vehículos en reserva listos para reposición, en el caso de que alguno sufra daños en ruta.

La semana pasada, los camiones de marcas Econovo (Argentina) y AMS (Italia) que la ciudad compró al consorcio Recobac pasaron por un proceso de calibración en vía de los sistemas de compactación y otros. El personal de Emaseo recibió capacitación para el uso adecuado de los nuevos equipos.

Los barrios en donde primero se reforzará la recolección son los de mayor producción de basura, como La Roldós, Comité del Pueblo, la Rumiñahui y La Ofelia, en el norte, y Solanda, Quitumbe y El Camal, en el sur.

En la capital hay unos 6 000 puntos críticos de acumulación de basura, dos o tres en cada barrio. Hay sectores como el Quito Tenis y La Vicentina en donde los vecinos ayudan en el control para que se saque basura en el horario y no se acumule.

Ayer (9 de diciembre del 2018) llegaron ocho camiones más a Esmeraldas y para finalizar diciembre se espera que arriben otros 10. En total, hasta abril del 2019, Quito tendrá 54 vehículos entre nuevos y repotenciados para reforzar la flota que hoy cuenta con apoyo de 85 volquetas, ocho plataformas y cuatro montacargas contratados, además de 70 recolectores que Emaseo ya tenía en su poder.

Desde esta semana, el personal de Emaseo realizará una campaña para recordar a la ciudadanía los horarios de recolección, como un primer paso para contar con la participación de la gente. La idea es que paulatinamente se formen redes de vecinos.

Según Paúl Luzuriaga, coordinador general técnico de Emaseo, en el centro de control se sacarán datos reales sobre el tipo de residuos que se generan y con qué frecuencia.

Desde mediados de enero, se iniciará una campaña para que la gente separe sus residuos y se aplicará una recolección diferenciada con rutas para desechos orgánicos, reciclables y comunes.

Los recolectores de carga posterior cuentan con ‘lifters’ (brazos mecánicos) para levantar contenedores de entre 200 y 1 100 litros de capacidad. Así, poco a poco se reemplazará la recolección a pie de vereda manual y única (con todo tipo de basura en una sola bolsa) por una recolección diferenciada y mecanizada. Este tipo de recolección representa el 60% del total que hay en la ciudad.

Se espera que tome cuatro años para que la mitad de la población clasifique su basura. Para lograrlo, es importante la difusión en redes sociales y a través de vecinos.

Según Luzuriaga, hay sectores donde se genera más papel (colegios u oficinas) y otros con más residuos de alimentos (restaurantes o mercados). En estos últimos, la frecuencia con la que pase el recolector debe ser mayor para evitar lixiviados.

Eduardo Espín, director de la Escuela de Ingeniería Ambiental de la U. Central, aplaude la iniciativa pero considera que primero debe hacerse un plan piloto en un barrio específico y luego extenderlo a toda la ciudad.
Además, dice, hace falta una campaña y cita el ejemplo de Loja, donde al inicio el Municipio regaló tachos a la población para que se acostumbre a separar residuos.

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